viernes, 21 de marzo de 2008

Y llegó el seiscientos

A finales de los años sesenta, cuando soviéticos y estadounidenses se enzarzaban en una nueva disputa, esta vez por la conquista del espacio, Europa, que aún quedaba del otro lado de los Pirineos, sentaba las bases de la Comunidad Europea con la creación del Mercado Común. El Gobierno autárquico de Franco, agobiado por una alta tasa de inflación, una subida descontrolada de los precios y un escasísimo número de exportaciones que no contrarrestaba el nivel de importaciones, daba un giro necesario y obligado hacia la tecnocracia. Era el principio de lo que luego se llamó el milagro económico español, al frente de cuya simbología se sitúo un vehículo de 633 centímetros cúbicos que costaba unas 65.000 pesetas (390 euros) y que podía ser cómodamente pagado a plazos: el Seat seiscientos, el «pelotilla», todo un icono de estatus social para la clase media.

«El emigrante»

En 1957 se fabricaron 16.000 unidades y había listas de espera de hasta un año. Tiempos relativamente felices aquéllos del despegue económico, sustentado en buena parte por el dinero que los millones de emigrantes enviaban desde sus destinos, especialmente europeos y americanos. A ellos Juanito Valderrama les dedicó el mayor éxito de su carrera, «El emigrante». Pero tiempo también de desastres, como el de la riada de Valencia, con consecuencias devastadoras en vidas humanas y bienes materiales, o el inicio de la Guerra de Ifni contra Marruecos, en el que perdieron la vida unos 300 soldados españoles, cuyas muertes fueron silenciadas por la censura, salvo aquellas que pudieron ser adornadas por el componente de la épica

Un escenario el del Sahara español por el que se dejaron ver, con ánimo de subir la moral de la tropa, artistas de la talla de Carmen Sevilla o del humorista Gila. Otros, sin embargo, anunciaban su retirada, como Concha Piquer, cuya voz se borró de los escenarios por serios problemas de garganta. Sara Montiel, por su parte, estrenaba en España «El último cuplé», una de las películas más taquilleras de la historia de nuestro cine. Mientras en la radio triunfaba el melodrama Ama Rosa, en el exilio de Santurce (Puerto Rico) fallecía en 1958 el poeta Juan Ramón Jiménez. Infiltrados entre el numeroso público que acudió a recibir en España el féretro con los restos mortales del más destacado exponente de la Generación del 27 había miembros de la Brigada Social, atentos ante cualquier petición de libertad por parte de los intelectuales españoles.

Juan XXIII, el Papa amable, sucedía en el Vaticano al fallecido Pio XII. En Cuba, el Ejército de Liberación, comandado por Fidel Castro, se alzaba en armas contra la dictadura de Fulgencio Batista.

Luis Conde-Salazar, Y llegó el seiscientos, ABC, 21 de marzo de 2008

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