viernes, 18 de diciembre de 2009

'Ardi', el hallazgo científico del año para 'Science'

Ardi' se ha convertido en el hallazgo del año. Así lo cree la revista 'Science' en un balance en el que también destaca el agua que se detectó en la Luna o la reparación del telescopio espacial 'Hubble'.

Recreación de 'Ardi'.| Science

La elección del 'Ardipithecus ramidus', un homínino que vivió al este de África hace 4,4 millones de años, se justifica, desde el editorial de la revista, en que "ha cambiado nuestra manera de pensar sobre la evolución humana". De hecho, es un millón de años más antiguo que el ancestro humano previo, un 'Australopithecus afarensis' conocido como 'Lucy'. Ambos se encontraron en Etiopía.

Después de 15 años del trabajo de 47 científicos de 10 países, que incluyó el análisis de 150.000 fósiles de flora y fauna, en octubre se presentó la primera descripción de 'Ardi', destacando que poseía una mezcla de rasgos primitivos que compartía con sus predecesores (simios del Mioceno) y otros más evolucionados que sólo tuvieron homíninos posteriores. Lo más sorprendente fue comprobar que también era muy diferente de los primates actuales, lo que significa que éstos han evolucionado mucho por su cuenta desde que tuvimos un antepasado común.

De sus características se sabe que era una hembra, bípeda, con un peso de 50 kilos y 1,20 metros de altura. También tenía brazos largos y dedos curvados para moverse por las ramas de los árboles. Su cerebro tenía una capacidad de 300 cm3 (el humano moderno son 1.500 cm3 ). Sus primeros fósiles fueron localizados en 1994 en el desierto de Afar (Etiopía) pero el equipo, dirigido por Tim White, de la Universidad de Berkeley, prefirió esperar a tener el estudio definitivo del centenar largo de piezas antes de presentar a Ardi al mundo, con un exhaustivo análisis del entorno en el que vivió.

Rosa M. Tristán, Madrid: 'Ardi', el hallazgo científico del año para 'Science', EL MUNDO, 17 de diciembre de 2009

El antepasado más antiguo, hallazgo del año

Ardi, una hembra que medía 120 centímetros, pesaba unos 50 kilogramos y vivió en la región de Afar en Etiopía hace 4,4 millones de años, pasó este año a formar parte de la breve galería de hitos individuales en la evolución humana. Ahora la revista Science considera el hallazgo, que publicó en octubre pasado, el avance científico más importante del año.

Portada de la revista Science de hoy.

Ardi
es el ejemplar más completo encontrado de lo que sus descubridores consideran el antepasado más antiguo de los seres humanos, el Ardipithecus ramidus, y fue presentado en sociedad con la pompa correspondiente al hallazgo de toda una generación en paleoantropología. El nuevo homínido significa un salto hacia atrás de más de un millón de años en el conocimiento de la estirpe del ser humano. Se añade al primer esqueleto de neandertal, el niño Taung de Suráfrica, y la famosa Lucy, de 3,2 millones de años.

La mayor sorpresa que brindó Ardi fue que no representaba la transición entre el Australophitecus (representado por Lucy) y el ancestro común que se suponía similar a los actuales gorilas y chimpancés. El cuerpo y el cerebro eran de un tamaño sólo ligeramente mayor que los de un chimpancé y era mucho más primitiva que Lucy, pero no se parecía a los primates africanos y tampoco a lo poco que se conoce de primates extintos todavía más primitivos. Los científicos que presentaron a Ardi argumentaron que podía andar erguida aunque también estaba bien adaptada a colgarse de las ramas de los árboles.

Las discusiones sobre cómo vivía, si verdaderamente andaba erguida, al menos parte del tiempo, y lo que representó en la evolución humana no han hecho más que empezar, reconoce Science en su revisión anual. Nadie duda de que es un hallazgo importante, pero no todos los paleoantropólogos están seguros de que fuera un ancestro humano, o incluso un homínido, la familia que incluye a los humanos y a nuestros antepasados pero no a los antepasados de otros primates actuales.

Los restos fósiles de Ardi y sus congéneres fueron excavados pacientemente a lo largo de 15 años, en un terreno sumamente difícil por el equipo dirigido por el estadounidense Tim White, del que forma parte la española Nuria García. Ahora están siendo estudiados por otros equipos para intentar llegar a un consenso sobre su papel en la evolución humana.

El resto de los avances destacados este año por la revista, que muestra un claro sesgo hacia los de origen estadounidense, son:
  • Púlsares. El telescopio espacial Fermi, de la NASA, ha permitido encontrar 16 nuevos objetos celestes que rotan rápidamente y aparecen como faros en el cielo. La novedad es que se descubren a través de sus emisiones de rayos gamma.
  • Receptores ABA. Ya se conoce la estructura de la hormona de la sequía en las plantas y este año se ha avanzado mucho en su conocimiento. Estudios como el publicado en la revista Nature en el que participan científicos españoles, indican nuevos caminos para aumentar la resistencia de las plantas a la falta de agua.
  • Monopolos. En un golpe de efecto experimental, los físicos que trabajan con unos extraños materiales cristalinos llamados hielos de espín crearon perturbaciones magnéticas que se comportan como los monopolos magnéticos, partículas nunca detectadas.
  • Grafeno. Las propiedades de las láminas de un átomo de carbono de espesor están siendo estudiadas y dando lugar a dispositivos electrónicos experimentales.
  • Láser de rayos X. El laboratorio SLAC puso en marcha el primer láser de rayos X, una herramienta con multitud de aplicaciones
  • Terapia génica. Investigadores de Europa y de Estados Unidos han progresado en el tratamiento de una enfermedad neurológica sin curación, de la ceguera congénita y de una enfermedad inmunitaria grave con estrategias de terapia génica.
  • Rapamicina. La modificación de una ruta metabólica clave da lugar a que los ratones vivan más. El descubrimiento fue especialmente notable porque el tratamiento no empezó hasta que los ratones eran adultos.
  • Reparación del Hubble. La misión de mantenimiento del telescopio espacial con el transbordador en mayo mejoró la visión del Hubble y alargó su vida útil.
  • Agua en la Luna. Sensores en la nave LCROSS detectaron vapor y hielo de agua en los restos del impacto de otro vehículo en un cráter en permanente oscuridad en la Luna.

Además, la predicción de Science sobre los temas científicos candentes en 2010 incluyen el metabolismo de las células cancerosas; el Espectrómetro Magnético Alfa, que está previsto que viaje en un transbordador espacial; la secuenciación del exoma y su repercusión médica; las células madre pluripotentes inducidas para enfermedades neuro-siquiátricas, y el futuro de los vuelos espaciales tripulados. Como virus del año se elige, previsiblemente, el de la nueva gripe, respecto al cual se concluye que pasará probablemente a la historia más por haber causado confusión que por haber sido catastrófico.

Malen Ruiz de Elvira, Madrid: El antepasado más antiguo, hallazgo del año, EL PAÍS, 18 de diciembre de 2009

sábado, 28 de noviembre de 2009

La tumba medieval del rey Pedro III de Aragón resistió a los intentos de saqueo

El conseller de Cultura y Medios de Comunicación, Joan Manuel Tresserras, anunció hoy en el Monasterio de Santes Creus de Tarragona que la tumba del rey Pedro III de Aragón, también conocido como Pedro I de Valencia y Pedro II de Barcelona, es la única tumba real de la corona aragonesa de época medieval que no ha sido profanada.

Este hecho se ha constatado tras una endoscopia con una pequeña cámara dentro del sepulcro, que también ha demostrado que, aunque hubo intentos de saqueo, la tumba sigue intacta. La investigación de los restos mortales de Pedro III, que durará durante seis meses, permitará obtener valiosa información sobre la causa de su muerte, los rituales de los entierros reales y la indumentaria del siglo XIII.

El estudio se enmarca en el proyecto de restauración de las tumbas del monasterio de Santes Creus, presupuestado en 750. 000 euros. También se restaurarán las tumbas de Jaime II y su esposa, Blanca d'Anjou, y de Roger de Llúria.

EP, Tarragona: La tumba medieval del rey Pedro III de Aragón resistió a los intentos de saqueo, ABC, 27 de noviembre de 2009

sábado, 7 de noviembre de 2009

Los primeros euroasiáticos vienen a España

En 1983, en una aldea medieval enclavada en un rincón de la Unión Soviética pegado a Turquía, apareció un diente enorme. Los arqueólogos que excavaban el yacimiento no entendían nada. En aquel asentamiento situado en la encrucijada entre Europa, Asia y África había ruinas del Medievo, tumbas mongolas, restos de la Edad de Bronce y vestigios de la Ruta de la Seda. Pero aquel diente no era de un gigante mártir cristiano, ni de un bisnieto de Gengis Kan, ni de un pionero de la orfebrería. Era de un rinoceronte del Pleistoceno. Un año después, apareció una rudimentaria herramienta de piedra. Bajo aquella aldea, Dmanisi, hoy en el territorio de Georgia, se encontraban los vestigios más antiguos de los primeros humanos que salieron de África.

Desde entonces, han aparecido cinco cráneos de individuos que vivieron en la región hace 1,8 millones de años, centenares de útiles toscos y fósiles de animales extintos. Para una parte de la comunidad científica, Dmanisi pudo ser una especie de fonda en el viaje de los homininos desde África a Europa. Medio millón de años después, el Homo antecessor ya dominaba la Sierra de Atapuerca, en Burgos. Y los cráneos de Dmanisi están a punto de hacer el mismo viaje que sus descendientes. Las cabezas de los primeros euroasiáticos nunca han salido de Georgia, pero a partir del verano de 2010 podrían recorrer el camino hasta Madrid.

Una veintena de científicos españoles está preparando en el Museo Nacional de Georgia, en Tiflis, la primera exposición sobre los fósiles de Dmanisi. Será la puesta de largo del Homo georgicus, una todavía controvertida nueva especie humana descrita en 2002 para definir los restos encontrados en Georgia. La intención de los mecenas de la exposición georgiana, la Fundación Duques de Soria, que gestiona el dinero de la cooperación cultural entre España y Georgia, es que cuando la muestra cierre sus puertas en Tiflis los primeros euroasiáticos viajen hasta el Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid.

Será una ocasión única para mirar cara a cara a la especie que ha descuajaringado el árbol evolutivo humano. Los fósiles desenterrados en Dmanisi han servido a los investigadores del yacimiento de Atapuerca para elaborar una nueva teoría que revienta la del Out of Africa. Según esta hipótesis, los primeros humanos, el género Homo, pudieron surgir en Asia, no en el continente africano, como se sostenía hasta que llegó Dmanisi.

El secretario general de la Fundación, José María Rodríguez-Ponga, explica la dificultad de traer los cráneos desde Tiflis hasta Madrid. Los restos han permanecido ocultos bajo la tierra durante 1,8 millones de años, y exponerlos implicará iluminarlos. "Son las mismas dificultades que se afrontaron en 2003, cuando se organizó una exposición con los fósiles de Atapuerca en el Museo de Historia Natural de Nueva York", opina. "A EEUU viajaron fósiles originales de Homo antecessor, y a Madrid vendrán algunos de los cuatro cráneos de Homo georgicus", vaticina. Rodríguez-Ponga habla de cuatro cabezas porque, oficialmente, la quinta no existe. Actualmente descansa en un estante a la espera de que el director del yacimiento, David Lordkipanidze, anuncie el descubrimiento en una publicación científica. "Si el quinto cráneo viene a Madrid, será un bombazo", auguran otras fuentes.

Dmanisi es una especie de meca para los investigadores españoles, pero también un segundo hogar. La paleoantropóloga María Martinón-Torres, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos, estaba en Tiflis el verano pasado cuando los aviones rusos bombardearon Georgia. La científica de Atapuerca, junto a otros miembros de la expedición española, consiguió subir al último avión que despegó de la capital georgiana. Unas horas después, un misil destrozó una de las pistas. Sus colegas georgianos se quedaron en Tiflis. Y algunos de ellos fueron llamados a filas. Como Giorgi Bidzinashvili, que habla español gracias a sus estancias en la Universidad Autónoma de Madrid. En agosto de 2008, soltó las herramientas de piedra del Homo georgicus que estudiaba y empuñó un fusil Kaláshnikov. Era su tercera guerra.

El encarnizamiento del Ejército ruso con la población georgiana paralizó la actividad en el yacimiento. Y este año tampoco se ha excavado. Sin embargo, los científicos retomarán los trabajos el próximo verano. Hay mucho por hacer. Todos los fósiles desenterrados en Dmanisi se han encontrado en un espacio de unos 80 metros cuadrados, pero el yacimiento ocupa una superficie de varias hectáreas. Bajo la tierra deberían hallarse las respuestas a algunas preguntas que martillean la cabeza de los investigadores.

Una de las mandíbulas encontradas en el pueblo medieval, la conocida como D2600, es muy diferente al resto. Desconcertantemente distinta. Una posibilidad es que el físico de los machos y las hembras de Homo georgicus fuera muy dispar, como en el caso de los gorilas. Y la otra alternativa es que la quijada no pertenezca a esta especie, sino a otra, lo que implicaría un nuevo susto en la evolución humana. "No podemos descartar que en Dmanisi coincidieran en el tiempo y en el espacio dos especies diferentes, con nichos ecológicos distintos", señala Martinón-Torres. La investigadora de Atapuerca estuvo el pasado mes de septiembre en Tiflis preparando la exposición y volverá el próximo verano a la sala del champán de Dmanisi. Este pequeño parche de tierra, núcleo del yacimiento, ha sido bautizado con este nombre porque cada vez que se descubre un nuevo fósil humano los georgianos vierten sobre la arena un chupito de Moët & Chandon o similares.

Un viejo desdentado

En 2004, Martinón-Torres se encontraba en la sala del champán cuando asomó una mandíbula desdentada. Los dientes no aparecieron, porque se desprendieron de su dueño hace 1,8 millones de años. Según los investigadores, la quijada perteneció a un anciano mellado que vivió durante años sin dentadura, en una época en la que no existían las sopas de ajo. Alguien alimentó al viejo Homo georgicus en el ocaso de su vida. Esta mandíbula, el primer testimonio de solidaridad entre los seres humanos, será otra de las joyas de la exposición.

Pero los fósiles no monopolizarán la muestra. El catedrático de Prehistoria Javier Baena, de la Universidad Autónoma de Madrid, es uno de los encargados de seleccionar las herramientas más representativas de la cultura de los primeros euroasiáticos. Los homínidos de Dmanisi eran achaparrados, y su capacidad craneal era de tan sólo 600 centímetros cúbicos, frente a los aproximadamente 1.400 de los humanos modernos. Sin embargo, se las apañaron para desarrollar una rudimentaria cultura, basada en la caza y en la talla de bastos útiles.

Baena ha analizado el conjunto de utensilios encontrado en Dmanisi y se ha topado con que hay dos tipos de tallas completamente diferenciables entre sí. Una, más tosca, se corresponde con artefactos elaborados hace 1,8 millones de años. Otra, más avanzada, se situaría en al menos 1,5 millones de años. Las conclusiones de su estudio sugieren que en la región vivieron dos poblaciones, con culturas distintas. Y, además, son un espaldarazo para los que creen que, en realidad, Dmanisi era la morada de dos especies diferentes de homininos.

Un príncipe destronado

"Cuando los georgianos empezaron a analizar los fósiles encontrados en los noventa, no tenían ni idea de qué tenían entre manos. Se parecía a un Homo habilis, pero no era. También se asemejaba a los Homo erectus, pero tampoco era. Posiblemente estemos hablando de un eslabón intermedio", explica Baena. Y, como añade Martinón-Torres, en la comunidad científica crece la corriente de los que piensan que Homo habilis, el primer humano surgido en África, era en realidad un Australopithecus. Así que Homo georgicus, nacido en Asia, ocuparía el lugar de este "príncipe destronado" como primer representante conocido del género Homo.

Hasta la explosión de fósiles de Dmanisi, se pensaba que el primer hominino que abandonó la cuna africana, hace un millón de años, fue el Homo erectus, con un físico poderoso y armado con los bifaces achelenses, una tecnología tan avanzada en la época como los fusiles del Ejército de Estados Unidos en la actualidad. Ahora, los científicos tienen que explicar cómo un hominino canijo, pertrechado con un puñado de pedruscos, pudo conquistar Asia un millón de años antes. La exposición de Madrid tendrá que ofrecer unas cuantas respuestas.

Manuel Ansede, Madrid: Los primeros euroasiáticos vienen a España, Público, 7 de noviembre de 2009

viernes, 2 de octubre de 2009

Nuria García: "El homínido vivía en un hábitat cerrado"

La paleontóloga española Nuria García lleva tres años trabajando con Tim White en los yacimientos del nuevo homínido en Etiopía. Todos los años se pasan dos meses en un campamento del Awash Medio buscando fósiles. García es la responsable del estudio de los carnívoros que vivían junto al Ardipithecus ramidus, para establecer el marco ecológico, que muestra una fauna variada. Lo ahora presentado, explica "representa el resultado de 17 años de trabajo de campo e investigación de un numeroso equipo de investigadores de muchos países" que "por fin sale a la luz". En concreto, el esqueleto más completo, Ardi, es "el más antiguo de la rama humana perteneciente al árbol de la familia de los primates", recuerda García desde Albany (Nueva York), donde estaba ayer.

Este estudio, además de una completa información anatómica de A. ramidus, incluye un amplio análisis del hábitat (animales y plantas) en el que vivió hace 4,4 millones de años. "Sabemos", explica la paleontóloga, "que el paisaje estaba dominado por bosques con arroyos y pequeños parches densos, más selváticos. Esta zona boscosa donde vivía A. ramidus, a lo lejos se mezclaba con áreas más abiertas de pradera. Los estudios de isótopos estables realizados en los distintos macromamíferos (incluido el propio homínido) confirman esta idea del hábitat cerrado, y que apenas hay elementos de ecosistemas de sabana en la dieta de A. ramidus. Los animales más abundantes que compartían el hábitat del homínido eran monos colobinos y antílopes, además de loros, búhos, varias especies de tigres dientes de sable y hienas, grandes osos, nutrias, puercoespines, rinocerontes, jirafas, etcétera".

"El homínido vivía en un hábitat cerrado", EL PAÍS, 2 de octubre de 2009

El antepasado más antiguo del hombre no era como los monos actuales

Era hembra, medía 120 centímetros, pesaba unos 50 kilogramos y vivió en la famosa región de Afar en Etiopía hace 4,4 millones de años. Ardi, que es como la han bautizado, es el ejemplar más completo encontrado del antepasado más antiguo de los seres humanos, el Ardipithecus ramidus, que ha tardado 17 años en ser presentado oficialmente en sociedad. Ahora lo hace con la pompa correspondiente al hallazgo de toda una generación en paleoantropología.

La revista Science le dedica un número especial a los estudios realizados por 11 equipos internacionales de todos los aspectos del Ardipithecus ramidus, sobre la base de 110 fósiles. Tanto en Etiopía como en Estados Unidos han presentado a Ardi y sus congéneres, cuyos restos fósiles han sido excavados pacientemente en un terreno sumamente difícil por el equipo dirigido por el estadounidense Tim White.

El nuevo homínido significa un salto hacia atrás de más de un millón de años en el conocimiento de la estirpe del ser humano y, a pesar del completo estudio ahora presentado (antes sólo se conocían unos pocos fósiles), las discusiones sobre cómo vivía, si verdaderamente andaba erguido y lo que representó en la evolución humana no han hecho más que empezar.

Hasta ahora eran los australopitecos -representados sobre todo por la famosa Lucy, que vivió hace 3,2 millones de años y fue hallada en 1974-, los antepasados más antiguos conocidos del hombre. Lucy demostró que los homínidos empezaron a andar erguidos antes de que aumentara el tamaño del cerebro, y los científicos, a partir de entonces, se empezaron a preguntar que pasó antes. ¿Andarían erguidos ya los antepasados de Lucy o se apoyarían sobre los nudillos y se colgarían de las ramas de los árboles como los chimpancés?.

Se cree que el ultimo antepasado común compartido por humanos, chimpancés, gorilas y bonobos vivió hace seis o más millones de años. Aunque el Ardipithecus ramidus no lo sea, probablemente compartió varias de las características de este antepasado, señalan los científicos. Del análisis de los fósiles han deducido que se movía por los árboles a cuatro patas pero andaba erguido sobre el suelo. Nuría García (Universidad Complutense) es el único científico español que ha participado en los estudios, centrándose en la fauna del ambiente, boscoso, en que vivió el Ardipithecus ramidus hace 4,4 millones de años.

El ejemplar Ardi tiene las manos prácticamente completas, lo que significa un tesoro para los paleontólogos. Sus muñecas indican que podía subirse a los árboles pero no lo hacía con la soltura de los actuales monos. Por eso, los chimpancés, por ejemplo, ya no se pueden considerar indicativos de cómo era el antepasado común, ya que debieron de evolucionar después de separarse del ancestro común. Además, la manos del Ardipithecus ramidus eran ya relativamente diestras para manejar objetos.

En cuanto al cerebro del nuevo antepasado, es pequeño, como el de los chimpancés actuales. Además, parece haber poca diferencia de tamaño total entre machos y hembras, y el cráneo y los dientes indican que tenía una cara pequeña y que era poco agresivo socialmente. Este último rasgo se deduce, curiosamente, de la ausencia de un canino protuberante y afilado en los machos. Esto sugiere que los conflictos entre machos eran menos frecuentes que en otros primates como los chimpancés y los gorilas, explica otro investigador, C. Owen Lovejoy, de la Universidad de Kent.

"En el Ardipithecus ramidus tenemos una forma no especializada que no ha evolucionado mucho en la dirección del Australopithecus, por lo que, cuando vas de la cabeza a los dedos del pie, lo que ves es una criatura mosaico, que no es ni chimpancé ni humano. Es el Ardipithecus", dice Tim White, de la Universidad de California en Berkeley.

"Darwin fue muy sabio a este respecto", añade White. "Dijo que tenemos que ser muy cuidadosos. La única forma de saber realmente a quién se parece este último antepasado común es ir y encontrarlo. Bien, pues de hace 4,4 millones de años encontramos algo bastante cercano. Y, tal y como Darwin entendió, la evolución de los linajes de los simios y el linaje humano ha avanzado independientemente desde la época en que esas líneas se separaron, desde el último antepasado común que compartimos".

Malen Ruiz de Elvira, Madrid: El antepasado más antiguo del hombre no era como los monos actuales, EL PAÍS, 1 de octubre de 2009