miércoles, 31 de marzo de 2010

Serbia pide perdón por la matanza de Srebrenica

El Parlamento de Serbia ha aprobado una resolución de condena a la matanza de Srebrenica y pidió por primera vez perdón a las víctimas por no haber hecho más en prevenir la tragedia. Los intentos anteriores siempre fueron bloqueados por las fuerzas ultranacionalistas. Se trata de un asunto emotivo en el que una parte significativa de la sociedad serbia es negacionista.

Fotografía tomada en julio de 2009 de una mujer bosnia musulmana durante el funeral de 534 bosnios musulmanes en el cementerio Potocari Memorial Center, en Srebenica.- EFE

Está probado por la fiscalía del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavi a que fuerzas serbobosnias al mando del general Ratko Mladic asesinaron en Srebrenica a más de 8.000 varones musulmanes bosnios en julio de 1995. El Gobierno prooccidental de Belgrado espera que esta resolución ayude al país en su objetivo de entrar en la UE.

El texto de la resolución -propuesto por varias formaciones de la proeuropea coalición gobernante, encabezadas por el Partido Democrático (DS), del presidente serbio, Boris Tadic- ha sido criticado por los musulmanes de Bosnia y Serbia, porque no define la matanza como genocidio. Los nacionalistas serbios la rechazan porque no condena los crímenes cometidos por bosnios y croatas.

Condena

La Declaración del Parlamento serbio expresa "la más enérgica condena" del crimen de Srebrenica "de la forma establecida por el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ)". La CIJ eximió en 2007 a Serbia de la responsabilidad de genocidio durante la guerra civil bosnia, pero constató que ese país no tomó todas las medidas necesarias para impedir la matanza de Srebrenica.
Según varios analistas políticos, este documento, con el que Serbia muestra su disposición a la reconciliación y la buena vecindad en los Balcanes, es importante en el proceso de acercamiento de ese país a la UE. En el Parlamento serbio se prepara otra declaración de condena de crímenes contra serbios, que podría ser debatida dentro de pocos días o semanas.

Pero la medida aprobada ha generado reacciones enfrentadas entre los legisladores serbios. Para algunos se trata incluso de una medida injusta porque ignora los crímenes de guerra cometidos contra los serbios. En Srebrenica "los crímenes de guerra no fueron mayores que los ocurridos en otros lugares", ha dicho el diputado opositor Velimir Ilic, refiriéndose explícitamente a las operaciones realizadas por el Ejército croata contra los serbo-bosnios durante la guerra. "No podemos dejar todo lo demás al margen".

Otros, como el parlamentario del también opositor Partido Liberal Cedomir Jovanovic, han criticado la medida por no considerar como genocidio los crímenes cometidos en Srebrenica. "Queríamos una resolución totalmente diferente, pero aparentemente eso no es posible", ha dicho ante el Parlamento Jovanovic. "Nuestra sociedad no tiene la fortaleza suficiente"

Srebrenica, diez años después , por JUAN GOYTISOLO (Reportaje del 3 de julio de 2005)

Agencias, Belgado: Serbia pide perdón por la matanza de Srebrenica, EL PAÍS, 31 de marzo de 2010

Himmler, pureza de sangre total

Informe genealógico sobre los orígenes de Himmler. Cristóbal  ManuelA Heinrich Himmler le gustaba predicar con el ejemplo. Si para pertenecer a las SS su responsable exigía que ni una sola gota de sangre no aria se hubiera mezclado en el pasado de sus miembros al menos durante cinco generaciones, él, que fue cerebro del genocidio, no iba a ser menos. Por eso se fabricó un impecable informe genealógico en el que demostraba a través de 350 antepasados su pureza a lo largo de cuatro siglos.

El documento está a disposición de los historiadores en la sede de la Fundación José María Castañé, en Madrid, dedicada al estudio de los conflictos que han asolado el siglo XX. En él se pueden apreciar cosas escalofriantes. La obsesión maniaca por la pureza parece muchas veces atributo de los débiles y los acomplejados. Himmler lo era. Además, debía hacer alarde de esa teórica pulcritud cuando decidió crear, con el aplauso de Hitler, la Sociedad de Herencia Ancestral (Ahnenerbe). Ésta debía demostrar por medio de la genealogía la supremacía absoluta de los arios.

Para esbozar y poner en marcha un programa como el exterminio de millones de judíos, gitanos, homosexuales, discapacitados psíquicos y comunistas hay que padecer desarreglos mentales serios. De niño enfermizo y joven no apto para la carrera militar, Himmler acabó un tiempo como ingeniero agrónomo y experimentador de razas superiores de gallinas en granjas como la que poseía en Gmund (Tegernasee).

De ahí pasó a la aristocracia del nazismo y a hombre de confianza -aunque no de la entera simpatía- de Adolf Hitler. Al Führer alemán llegaron a resultarle cargantes sus obsesiones por el glorioso pasado ario, algo que Himmler heredó de las prédicas paternas. La huella del viejo Gebhard en ese campo fue determinante a lo largo de su vida. Su padre, un maestro protestante y trepador social, según sostiene Peter Longerich en su monumental biografía sobre el dirigente nazi, publicada en España por RBA, era un obseso de las leyendas germánicas. A Hitler, aquel personaje con un entusiasmo racial desbordante le pareció el hombre indicado para limpiar Europa de impurezas sanguíneas.

Pero para esa tarea debía demostrar un linaje ejemplar. Por ello, Himmler mandó elaborar un informe exhaustivo de sus antepasados. Tres años tardaron los expertos en tenerlo listo. El documento llega a 1936 y se remonta hasta 1530. En aquel año se encuentra el primer rastro de un Himmler: Valentín, en Burgbernheim. La lista sigue su rastro a través de 174 localidades alemanas donde hay pistas del apellido.

"Podríamos considerar Franconia como el solar del origen de los Himmler", se lee en el informe, firmado por un tal Bergmann, alférez y ayudante de las SS. Pero en las conclusiones también llama la atención sobre posibles sombras. Se remontan al siglo XVIII, concretamente a 1727, donde aparece un Johann Leonhard Kuhn, dedicado a la construcción de molinos. Pero... falsa alarma. "Podemos eliminar todas las dudas en torno a la familia Kuhn, un nombre que presenta similitudes con una raíz judía: Cohen, que significa sacerdote, vocablo que dio origen a varios nombres típicos judíos en Centroeuropa", se recoge en el informe.

Aunque inmediatamente resuelve el dilema. La solución es fácil. Lo entronca con una rama aria muy conveniente a las aspiraciones de Himmler: "El nombre de Kuhn puede ser adscrito también a la etimología germánica que significa valiente. Los Kuhn, Cun, Cohn, son oriundos de las cercanías de Ansbach y bastante numerosos allí".

La obsesión de Himmler en estos asuntos fue enfermiza. Las reglas de pureza para sus subordinados eran propias de un sistema delirante. Además de legislar sobre ellas, figuraban en las reglas internas de las SS. Obligaba a sus miembros a tener al menos cuatro hijos. Y no con cualquiera. Las normas para el matrimonio eran tan estrictas que en 1937 llegó a acumular 20.000 solicitudes no resueltas. Su determinación se enmarca dentro de una estricta filosofía: "La SS es una Orden militar nacionalsocialista de hombres de determinación nórdica y una comunidad de clanes conjurados. Conforme a nuestras leyes, la novia, la mujer, pertenece a esta comunidad, a esta Orden de las SS del mismo modo que el hombre. Tengámoslo claro: sería insensato reunir primero la buena sangre de toda Alemania y dejarla luego casarse y dispersarse en familias como se le antoja".

Lo que vale para los padres vale para los hijos. Así que los nuevos vástagos de las SS debían ser bautizados con ritos teutónicos. En la Fundación José María Castañé también se halla un documento que da fe del nacimiento de Thorisman, el tercer hijo de Himmler, el 14 de enero de 1936. El encargado de la ceremonia cubrió al niño con el vínculo azul de la vida y, tras pronunciar unas palabras tradicionales, tomó un vaso que representaba al Santo Grial -otra de las obsesiones de Himmler, que lo buscaría en el monasterio de Montserrat-y dio de beber al padre. Después le puso un anillo. "Niño, debes llevar este anillo de la parentela de las SS, del linaje de Wolff, cuando te muestres digno como joven de las SS y de tu parentela".

Juan Ruiz Mantilla, Madrid, Himmler, pureza de sangre total, EL PAÍS, 22 de marzo de 2010

Excelencia, esto ocurre en Auschwitz

El Gobierno de Franco supo de los horrores de los nazis contra los judíos. El joven diplomático Sanz Briz, destinado en 1944 en Budapest, envió a Madrid un informe que avisaba del exterminio en Auschwitz. Hasta ahora tenía el sello de "No mostrar"

Estos detalles del día a día en el mayor campo de exterminio de la Alemania nazi, donde fueron aniquiladas entre 1,5 y 2,5 millones de personas, quedaron reflejados en un informe que dos jóvenes eslovacos escribieron tras escapar del lugar. El texto, escrito a máquina y en un dificultoso francés, llegó a manos de Ángel Sanz Briz, un joven diplomático español destinado en el Budapest ocupado por los nazis. Tras leerlo, remitió el documento en agosto de 1944 al ministro de Asuntos Exteriores, José Félix de Lequerica. No consta que Sanz Briz recibiese una respuesta.

Franco y Hitler en Hendaya, en 1940.- EFE

El puñado de papeles que el diplomático envió a Madrid iba precedido de una carta a "Vuestra Excelencia" en la que informa "sobre el trato a que se condena a los judíos en los campos de concentración alemanes". Desvelaba que se los habían hecho llegar "elementos de la junta directiva de la organización sionista de la capital". "Su origen, pues", se dice en la misiva, "le hace sospechoso de apasionamiento. Sin embargo, por los informes que he podido obtener de personas no directamente interesadas en la cuestión y de mis colegas del cuerpo diplomático aquí acreditado, resulta que una gran parte de los hechos que en él se describen son, desgraciadamente, auténticos". Los papeles permanecían hasta ahora en los archivos del ministerio, en una carpeta donde se lee "no mostrar". Ahora sirven para confirmar hasta qué punto el Gobierno de Franco, simpatizante de Hitler en la Segunda Guerra Mundial y ambiguo en sus posiciones hacia el final de la contienda, conocía con todo detalle el plan que los nazis estaban llevando a cabo para exterminar a los judíos.

En el Budapest ocupado por los nazis, Sanz Briz era un tipo elegante, joven, de misa diaria. Un hombre de fe, en resumen. Era el encargado de negocios en la legación española. Había llegado a la capital de Hungría para sustituir a Miguel Ángel Mugiro, un hombre muy crítico con los dirigentes húngaros que se mostraban serviles con los nazis. Mugiro denunció varias veces a Madrid los abusos que se estaban cometiendo con los judíos en el país, injusticias que había visto con sus propios ojos, como el saqueo que estaban sufriendo los comerciantes. El Gobierno de Madrid le sustituyó por el joven Sanz Briz para mejorar las relaciones con Hungría. No fue así.

Sanz Briz participó casi desde su llegada a Budapest en unas reuniones secretas con diplomáticos de otros países neutrales, incluido el nuncio apostólico, en las que se buscaba la forma de ayudar a los miles de judíos húngaros que en ese momento estaban siendo transportados a los campos de exterminio. Mientras se producían esos encuentros secretos, por las calles de esa ciudad también andaba Adolf Eichmann, uno de los cerebros de la llamada Solución Final, el plan de la Alemania nazi con el que se pretendía culminar el genocidio de la población judía. Eichmann, meses antes, había negociado con los aliados el canje de un millón de prisioneros por una cantidad de dinero que le permitiese seguir costeando la guerra.

"En los vagones de camino a los campos de concentración no sólo van hombres, sino también mujeres, niños y ancianos. Es difícil de creer que vayan a trabajar...", dice Sanz Briz en una de sus comunicaciones con Madrid. Después de mucho insistir, le autorizaron a repatriar a "algunos" judíos de origen español. Hungría, último país ocupado por los nazis, le permitió expender 200 pasaportes. Pero el diplomático buscó un salvoconducto para tramitar cientos de pasaportes y cartas de protección en las que garantizaba el origen sefardí de miles de judíos que en realidad no lo eran. Siempre sellaba las cartas y los visados con números inferiores a 200, lo que despistó a la burocracia húngara.

El documento enviado a Madrid el 26 de agosto de 1944 era similar en muchos aspectos al que elaboraron Rudolf Vrba y Alfred Wetzler, los prisioneros números 44.070 y 29.162, tras fugarse en abril de 1944. En éste en concreto no se especifican los nombres de los protagonistas, tan sólo que se trata de dos jóvenes israelíes eslovacos, deportados en 1942, que pasaron dos años en el campo de concentración y que "milagrosamente" consiguieron escapar sanos y salvos. "Hoy día se encuentran en países neutros", aclara el texto, en el que se incluyen esquemas del campo de campo de concentración y de las cámaras de gas. También se añaden cifras aproximadas de los asesinatos que se habían producido, guardados en la memoria de los testigos, que aseguran que sólo han relatado hechos que ellos han visto. Por prudencia, ni siquiera se anotaron las macabras historias que otros prisioneros les contaban.

Foto de archivo de los supervivientes del campo de concentración  de Auschwitz tras la llegada liberadora de los soldados soviéticos, el  27 de enero de 1945.

No es casualidad que los presos recalquen que todo lo que escriben, toda la putrefacción de los cadáveres, los tiros en la nuca, el gas de las cámaras que relatan, lo hayan visto, escuchado y olido. Quedan en sus memorias el humo de las pistolas, las pisadas de las botas de los militares de las SS. No es casualidad. En la Primera Guerra Mundial, uno y otro bando contaron crímenes que en muchos casos no eran ciertos, y eso había quedado en la memoria de la generación de Sanz Briz, obsesionada por verificar ("su origen, pues, le hace sospechoso de apasionamiento") la certeza de los relatos. Un año y medio antes de que llegase este documento a Madrid, los Gobiernos aliados publicaron una declaración conjunta que denunciaba la matanza sistemática de los judíos. Desde ese momento, se puede decir que existía conocimiento general del Holocausto. En los países ocupados por Alemania se lanzaron folletos donde se decía que quien colaborase con esta barbarie sería juzgado. Pero otra cosa era conocer los detalles concretos, la historia desde dentro. Y esa parte hasta entonces desconocida en España es la que hizo llegar Sanz Briz al Gobierno del general Franco: "Ahí se demuestra que Franco conocía con exactitud el tamaño de la matanza. No admite dudas", cuenta desde el otro lado del teléfono Bernd Rother, historiador alemán y autor del prestigioso libro Franco y el Holocausto.

Rother, que estuvo indagando durante años en los archivos desclasificados españoles, asegura que el informe de Sanz Briz empezó a circular por las esferas de Budapest en mayo de 1944. Los rumores de que la Solución Final caminaba con paso firme eran insistentes y lo confirma que en esas fechas, concretamente entre abril y julio, habían sido deportados 450.000 judíos húngaros a los campos de exterminio. Incluso para miembros de la resistencia antinazi era difícil de imaginar que estuviese ocurriendo algo así, por lo que unos documentos que contasen con exactitud qué demonios ocurría en esa especie de fábrica gris rodeada de alambrada tenían relevancia. "Sanz Briz demostró una vez más su coraje", apuntilla Rother. Al historiador le sorprende incluso que después de haber expedido los falsos pasaportes y de haber enviado la historia de los dos jóvenes polacos no fuese destituido fulminantemente. Después llegó incluso a continuar una exitosa carrera diplomática que le llevó por varios países del mundo.

En Auschwitz, mientras, no paraban de llegar vagones repletos de judíos. A la entrada se encontraban con un imponente cartel: "El trabajo os hará libres". Los recién llegados recibían cada día una libra de margarina y una cucharada de mermelada, a lo que se acompañaba con un café o un té frío, según se lee el documento de Sanz Briz. La sopa que se servía a mediodía estaba hecha con agua sucia y una remolacha, mientras que cuando caía la noche se repartían, en teoría, 300 gramos de pan, aunque al final la cosa se solía quedar en la mitad. En el campo se abrió el Instituto de Higiene, en un bloque aislado de los otros. Se dividía en internos, infectados y cirugía. En su interior se provocaban heridas de guerra para ver de que forma curaban después, se hacían estudios raciales con los esqueletos de los prisioneros y se trataban las enfermedades contagiosas. Además, se hacían investigaciones sobre los efectos de la altitud, las bajas temperaturas o la ingesta de agua del mar. Siempre con los presos como cobayas y en contra de su voluntad.

El primer crematorio se inauguró en marzo de 1943 con 8.000 judíos de Cracovia que fueron gaseados e incinerados. Los jóvenes eslovacos narran que para la ocasión llegaron desde Berlín oficiales y dignatarios civiles que se tomaron la ocasión como una fiesta. "Comprobaban con gusto lo que ocurría en la cámara de gas y al final daban libre curso a su asentimiento". En la puerta del crematorio se colocó un paredón de fusilamiento, antes situada en otra parte del campo.

La nueva ubicación facilitaba la labor de limpieza de los sonderkommandos, unidades de trabajo compuestas por judíos, encargados de colaborar con sus propios verdugos a cambio de algunos meses más de vida. Eran los encargados de retirar los cadáveres de las cámaras de gas y de rapiñar entre las pertenencias de los muertos. Los demás prisioneros evitaban acercarse a ellos por el olor que desprendían y por su fama de violentos. "Yo asistí en una escena en la que un joven judío polaco explicaba a un hombre de las SS el verdadero modo de matar a un hombre sin ningún arma". Eran capaces de hacerlo con las manos. Y eso en Auschwitz no era un crimen. Sencillamente se recogía al muerto con una carretilla y se apuntaba su número de prisionero en un documento donde se registraban las bajas. Sin especificar cómo se había producido el óbito. Eso no tenía importancia en este lugar, al fin y al cabo se trataba de judíos.

Resulta desgarrador el testimonio que dan los dos jóvenes eslovacos sobre la manera en la que se accionaban las cámaras de gas. Cuentan que su interior tenía el aspecto de un baño normal. Sin ventanas, salvo por un ventilador situado en el techo. Las ejecuciones se organizaban de una manera industrial, casi mecánica. Los condenados llegaban en camión, acompañados por un médico, y cuando accedían a la cámara, rodeada de alambre de espino, se desnudaban, todos juntos. Los guardias confiscaban relojes, medallas, pendientes, fotografías en sepia... con la promesa de devolverlo todo al rato. Los prisioneros recibían a continuación una toalla y una pastilla de jabón. A golpe de fusta, les obligaban a esparcirse por toda la cámara. Se cerraban las puertas de repente con un chirrido metálico, las aberturas del ventilador arrojaban el gas y diez minutos después todo se había acabado. Una cuadrilla compuesta por judíos limpiaba el sitio de cadáveres para hacer hueco a los siguientes. Los primeros en ser ejecutados pensaban que iban a darse un baño, pero a medida que se fue corriendo el rumor de lo que de verdad ocurría allí, cada vez fueron más frecuentes los intentos de no entrar en las cámaras. Los guardias solventaban la escaramuza disparando con sus revólveres o a base de culatazos.

El Gobierno de Franco tuvo una posición ambigua respecto a la Solución Final ideada por los alemanes. Antonio Marquina, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los primeros estudiosos de la figura de Sanz Briz, destaca que el hecho de que España se adhiriese al Pacto de Acero, donde se dice que los enemigos de Alemania son los de España, marcará la estrategia del país. Sólo hay que recordar el encuentro entre Franco y Hitler en Hendaya en 1940. Cuatro años después, en la época en la que Sanz Briz envía el relato de lo ocurrido en el campo de exterminio, Marquina dice que hay que resaltar que ya se había producido entonces el Desembarco de Normandía, Mussolini hacía tiempo que había sido derrocado y los aliados consolidaban su avance. Alemania estaba arrinconada. El diplomático actúa entonces por su cuenta, sin instrucciones de ningún tipo, intuyendo que la posición española respecto a la guerra tenía que haber variado a la fuerza.

El historiador Julián Casanova cree que Sanz Briz fue valiente enviado los documentos, aunque en ese momento ya tenía el viento a favor, sobre todo ahora que el sentimiento antijudío es menor. "Aunque conlleva riesgo porque el tema del Holocausto quemaba a Franco, le traía muchos dolores de cabeza. Casi tantos como a la propia Iglesia", dice. Y Haim Avni, reconocido profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, añade: "Es importante el acto que lleva a cabo el español sencillamente porque el Holocausto en Hungría se inicia poco antes, en marzo, cuando el Ejército alemán ocupa el país, y él hace el envío en verano (26 de agosto). Estaba ante sus ojos el horror, y lo denuncia. No todos se atrevieron a hacerlo".

Con Serrano Suñer por ejemplo, un ministro pronazi, lo que hizo Sanz Briz hubiese sido un suicidio. De todos modos, Marquina considera que hay pocos documentos que reflejen con certeza el flujo de información que recibió el Gobierno de Franco en ese tiempo a través de los servicios de inteligencia o de los militares. La historia, pues, quizá está por escribirse.

El caso es que además de enviar el informe, Sanz Briz continuó con sus labores diplomáticas. Los judíos a los que protegía fueron recluidos en un gueto, a la espera de cualquier movimiento por parte de los nazis. El diplomático alquiló entonces 11 edificios en los que colgó un cartel donde se leía: "Anejo a la legación española. Edificio extraterritorial". Los trabajadores de la Embajada española se encargaron de proveer de alimentos e higiene a los refugiados. Con el Ejército Rojo a las puertas de Budapest y las quejas constantes de los nazis a Franco, Sanz Briz se vio obligado a dejar el país. Su labor la prosiguió un colaborador suyo, Giorgio Perlasca, un italiano que se hizo pasar por español (cambió su nombre por el de Jorge) y asumió el papel del diplomático español diciendo que éste se había ido sólo por un tiempo. Entre los dos salvaron a unas 6.000 personas. Otros diplomáticos franquistas de ese tiempo también ayudaron a salvar cientos de vidas, como es el caso de Julio Palencia, destinado en Sofía (Bulgaria), o José Ruiz Santaella en Berlín.

Sanz Briz incluía en el paquete que enviaba a Franco el relato de una señora y su hijo. Asqueada de las condiciones de higiene que soportaba en el campo de concentración en el que estaba recluida, pidió su traslado a Birkenau, donde según había oído no era tan malo el trato. Al llegar al sitio, quedó impresionada por el cartel en el que decía que el trabajo la haría libre. "Tenía la impresión de haber hecho un buen cambio", contará más tarde. El patio limpio, los edificios de ladrillo, el césped verde, le dieron buena impresión. Enseguida se dio cuenta de su error. Le afeitaron la cabeza, le tatuaron un número en el brazo izquierdo y de esa forma tan inesperada pasó a convertirse en una prisionera política. Cierto día la condujeron a la cámara de gas y a ella le entró el pánico, aunque le decían que sólo era para hace un recuento al grupo. Ella tuvo suerte: consiguió escapar y con la ayuda de unos campesinos logró llegar a Hungría.

Ese fragmento del horror también estuvo en manos de Francisco Franco, el dictador español. Nunca le envió una contestación al joven Sanz Briz.

Juan Diego Quesada: Excelencia, esto ocurre en Auschwitz, EL PAÍS, 21 de marzo de 2010

lunes, 29 de marzo de 2010

Arqueología experimental, la prehistoria en la mano

Gracias a la arqueología experimental se han comprendido muchas de las técnicas utilizadas por nuestros antepasados, su forma de resolver problemas y de pensar. Javier Baena, catedrático de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Madrid, lo define de la siguiente manera: "Es un modelo de contrastación de hipótesis a través de la experimentación de un proceso técnico desarrollado en la actualidad". Es decir: cuando en una excavación arqueológica aparece una pieza, los investigadores se preguntan para qué y por qué se realizó. "Reproducimos la pieza, la probamos y contrastamos la hipótesis. Arqueología experimental, la prehistoria en la manoMuchas veces se muestra que no tenía la función que se había pensado y hay que replantearse la teoría", dice José Aurelio García Munúa, investigador en el Museo de la Cueva de Altamira (Cantabria) y responsable de los talleres de arqueología experimental impartidos al público.

Azagayas de avellano con puntas de sílex. - M. M. Á.

Ambos investigadores han impartido un curso sobre esta disciplina en el Parque de la Prehistoria de Teverga (Asturias), que se quedó sin plazas nada más abrirse. El interés por la prehistoria se encuentra en auge en España. "Los pioneros fueron los franceses; en nuestro país, esta rama es muy joven", comenta Munúa. "Pero empieza a tener mucho tirón en los congresos y varias universidades ya la incluyen en sus planes de estudios. Es un motor muy importante para la divulgación", añade.

La arqueología experimental se adentra en el pensamiento de nuestros antepasados. ¿Ha cambiado la forma de pensar del Homo sapiens desde Altamira? "Se han modificado las culturas, pero somos la misma especie", responde Munúa. "Ha cambiado la valoración del tiempo. Nosotros vivimos estresados, lo queremos todo para ayer y no vemos factible tardar una semana en hacer un arpón. En el Paleolítico, hacer un arpón llevaba varios días y eso era una ventaja; la manipulación estimula el cerebro para encontrar soluciones. ¿De dónde ha surgido lo aprendido e inventado por los humanos? De tener tiempo", concluye.

Miguel Martín Álvarez, Oviedo: Arqueología experimental, la prehistoria en la mano, Público, 29 de marzo de 2010

sábado, 27 de marzo de 2010

El Coliseo de Roma rescata a los gladiadores

El Coliseo romano, uno de los monumentos más visitados del mundo, rescata el mito de los gladiadores de la Antigua Roma con una exposición en la que se combinan reproducciones de armas y prendas utilizadas por los luchadores con piezas originales procedentes de las excavaciones de Pompeya.

Reconstrucción del casco que utilizaban los gladiadores "Murmillo", durante el Imperio Romano, en el siglo I d.C., realizada por el arquitecto Silvano Mattesini / Efe / Carmen Pliego

Bajo el título de Gladiatores, la muestra presenta numerosas reproducciones de cascos, armaduras, espadas, dagas y escudos, realizados por el arquitecto e historiador del ejército romano Silvano Mattesini. Para llevar a cabo las copias se hizo un estudio detallado de varias piezas encontradas en el siglo XVIII en las excavaciones del Teatro Grande de Pompeya, cercano a Nápoles (sur de Italia), algunas de las cuales también forman parte de la muestra. Mostrar las reproducciones junto con objetos antiguos permite "dar una idea del patrimonio pasado", explicó Rossella Rea, comisaria de una exposición, que pretende también ser un recorrido didáctico por uno de los períodos más fascinantes de la historia.

Desde que tuviera lugar el primer espectáculo de gladiadores en Roma en el año 264 a.C., varios espacios de la ciudad acogieron las celebraciones sobre la arena, desde el Foro Romano y el Circo Máximo hasta el Coliseo, inaugurado en el año 80 d.C. y donde puede verse la exposición hasta el próximo 3 de octubre. "La construcción del Coliseo supuso el punto culminante en la reordenación de los espectáculos de gladiadores", un proceso que hasta entonces tuvo su principal valedor en la figura del primer emperador romano César Augusto, dijo Rea.

En los últimos años de la República romana la importancia de los espectáculos de gladiadores aumentó notablemente, siendo utilizados en muchas ocasiones como elemento de propaganda política, aunque entonces la celebración tenía tan sólo carácter privado. "Con Augusto se inició la codificación de las categorías de gladiadores y también se empezó a ordenar el aparato administrativo", una máquina que necesitaba "miles de personas, meses de preparación y ríos de dinero" y que alcanzó definitivamente carácter oficial con Domiziano. Bajo las gradas de la arena romana, que podía llegar a albergar a 50.000 personas, cobran vida estos días las categorías de gladiadores que hicieron de esta manifestación parte de la historia. Desde el "Samnes", el gladiador más antiguo del que se tienen datos, hasta el "Equites", que abría a caballo el cortejo antes del espectáculo, la muestra es también un recorrido didáctico por los diferentes períodos de la Antigua Roma.

Entre las copias seleccionadas, Gladiatores muestra por primera vez una reproducción de las pesadas armaduras que portaban los Cruppellarius, una de las categorías de gladiadores de las que existe menos documentación. Protagonista en la gran pantalla y en la literatura popular, sobre la verdadera imagen física del gladiador romano no se tienen, sin embargo, demasiados datos. La altura de los luchadores que combatían en la arena romana estaba en torno al metro setenta y, a pesar de ser musculosos, su imagen no corresponde con la de hombres grandes que se ha transmitido tradicionalmente, dijo la comisaria. "La cabeza del gladiador era la parte más protegida", explicó, y la causa de muerte más común eran los golpes en distintas partes del cuerpo y no en el cráneo, como demuestran recientes estudios realizados sobre varios restos óseos.

El fenómeno de los gladiadores tenía en la Antigua Roma carácter "transversal", ya que algunos de los combatientes que saltaban a la arena eran aristócratas y senadores. "La mayoría eran esclavos, pero también había muchos que trabajaban con contrato", añadió Rea. Junto con armaduras, empuñaduras, espinilleras, cubiertas, cascos y diversas armas, la muestra incluye también pinturas que documentan el ambiente de la época e instrumentos musicales que eran utilizados durante el cortejo previo al espectáculo.

"La música que se usaba no se conoce" pero, dado que los espectáculos de lucha entre gladiadores siempre empezaban con un cortejo al emperador, "la música tendría un ritmo muy militar". El cuerno, la tuba o el órgano hidráulico eran algunos de los instrumentos con el que se acompañaban los movimientos de los gladiadores sobre la arena y que pueden verse estos días también en el Coliseo.

EFE, Roma: El Coliseo de Roma rescata a los gladiadores, La Vanguardia, 15 de marzo de 2010

viernes, 26 de marzo de 2010

El éxodo de un judío catalán

El periodista Moshé Yanai (Barcelona, 1930) rememora cómo él y otros judíos fueron expulsados secretamente de España en 1944 por decreto del Gobierno franquista

A la izquierda, Moshé Yanai de niño, en una foto tomada en Barcelona. A la izquierda, en la actualidad / Archivo
Hace 66 años, cuando arrancaba 1944, Moshé Yanai avistaba por primera vez la silueta de Haifa, entonces parte del protectorado palestino del Reino Unido. Cerraba así un trayecto que duró días a bordo del Nyassa, un buque portugués que era el primero en cruzar el Mediterráneo sin escolta desde el arranque de la Segunda Guerra Mundial. Su puerto de origen quedaba ya muy atrás. Y también una tierra, una ciudad, un idioma, una vida y una identidad: la suya propia. Hasta ese momento, Moshé Yanai había sido Mauricio Palomo, un niño cuya vida había transcurrido en el principal 1º de la calle Marques de Campo Sagrado 28 de Barcelona, la ciudad que le vio nacer. El por qué de su llegada a Haifa en aquel 1944 sólo encuentra una respuesta: Mauricio Palomo –Moshé Yanai- es judío.

Yanai, que hoy cuenta 79 años, ha dedicado gran parte de su vida a ejercer de traductor y periodista en Israel. Pero nunca ha olvidado Barcelona, Catalunya, ni el misterio de su salida de España. El pasado verano una nueva información le permitió arrojar luz sobre su propia existencia. Lo que le ocurrió a él, a su familia y al grupo de judíos que abandonaron España en enero de 1944 fue que fueron oficialmente expulsados.

La pesadilla de la familia de Moshé Yanai, hijo de dos turcos emigrados a Barcelona, empezó el 20 de diciembre de 1940. "Dos agentes secretos llamaron a la puerta de nuestro apartamento –recuerda- , y pidieron a mi padre acompañarlos a la comisaría para contestar algunas preguntas, pero le llevaron a la cárcel Modelo. No le preguntaron nada, nunca hubo una acusación contra él". Así, José Palomo, un hombre que había llegado a Catalunya dos décadas antes, donde se había establecido como comerciante y había fundado una familia pasaba de ser un ciudadano sin pasaporte pero libre a un recluso que fue trasladado de inmediato a un campo de concentración ubicado en Miranda de Ebro (Burgos). "Era judío y apátrida; en otras palabras, persona no grata", afirma con amargura Moshé Yanai, que recuerda cómo su padre mantuvo la esperanza de poder volver a Barcelona: "Durante los primeros años de nuestra permanencia en la Palestina Mandatoria, mi padre ansiaba que los aliados derrocasen el régimen de Franco y pudiera regresar. Después de tantos años en Barcelona, y tras haber dominado tanto el castellano como el catalán, se consideraba hijo de esa tierra que le había acogido, por la que realmente tenía un profundo cariño".

Franco y los judíos
La única suerte de la familia Yanai/Palomo fue que la detención del padre no implicó la del resto de la familia. "El régimen franquista era cruel, pero en ese sentido se portó en otra forma que los nazis –explica Moshé Yanai-. Las familias de los detenidos judíos no fueron tocadas". Sin una persecución organizada contra los judíos, pero sí atentos a las denuncias que se pudieran recibir, Yanai aún no tiene una explicación a porqué su padre resultó detenido, y no otros judíos de su familia. El único argumento que encuentra es el de la denuncia directa de algún comerciante que conociera la religión de su padre y que quisiera "ampliar mercado" en una época de carestía: "Suponemos que fue detenido por una denuncia de alguien a quien mi padre habría perjudicado comercialmente". La historia y los archivos ofrecen respuestas a algunas de las preguntas que han acompañado a Yanai a lo largo de su vida. Lamentablemente, la memoria histórica no puede responder a todas. Quizá la denuncia que supuso el éxodo de los Palomo aún exista entre algún legajo de papeles olvidados, quizá el tiempo amarillo ya la haya corroído. Pero ese papel, ese aparente trámite burocrático, rompió la vida de una familia por el delito de ser judía.

Mientras el niño Mauricio Palomo y su madre trataban de sobrevivir en la Barcelona de posguerra, su padre, José Palomo, languidecía en un campo de concentración en Miranda de Ebro. La primera vez que Moshé fue a visitarle se estremeció: "Nunca había visto un lugar de reclusión –rememora-. Los ennegrecidos muros coronados por alambres de espino eran tan amenazadores como los ceñudos rostros de los soldados de guardia". El encuentro familiar –el único en todos los años de reclusión de José Palomo- fue dramático, por mucho que el padre de Moshé quisiera, con sentido del humor, rebajar su padecimiento y evitar el sufrimiento de sus seres queridos: "Nos contó alguna que otra anécdota, enfocándola de modo tal que pareciera que todo era en broma. Pero no había nada cómico en lo que ocurría". Paradójicamente, el hecho de José hablara catalán le permitió obtener el favor de alguno de sus carceleros: "A los guardianes que procedían de Catalunya les encantaba hablar con él en el excelente catalán que conocía. Eso sí, con mucha discreción".

Entretanto, y sin la conciencia de si su padre saldría alguna vez de la cárcel –o con el temor de que pudiera morir allí-, Moshé y su madre seguían con su vida. Como parte de la comunidad judía de Barcelona –Yanai estima que serían "unos cuatro o cinco mil" antes de la Guerra Civil- seguían con sus ritos. "Si no me equivoco, la sinagoga de Barcelona estaba cerca o en El Paralelo, y constaba de una sala de oración sefardí y otra ashkenazi". A pesar de todo –el encarcelamiento de su padre, la observación discreta de la religión- Moshé y su madre pudieron seguir practicando su religión sin ser recriminados. "Afortunadamente, desconocía lo que era el antisemitismo. Por eso, y a pesar de todo, mantengo esa actitud tan positiva con respecto al país en donde nací. Pero con la guerra y las conmociones de aquella época, no llegué a obtener ninguna educación religiosa. Lo único que mi madre hizo cuando cumplí los 13 años fue realizar la ceremonia del Bar Mitzvá".

Poco imaginaba entonces que, poco después de la ceremonia, su vida iba a dar un giro de 180 grados.

La expulsión
Sólo había pasado un mes y medio desde que había cumplido con el rito del Bar Mitzvá cuando Moshé Yanai se vio paseando por Cádiz de la mano de su padre, puesto en libertad, y de su madre. En apenas 45 días la vida de este niño judío catalán había dado un vuelco: la familia volvía a estar unida, pero se veían obligados a abandonar Barcelona, Catalunya, España, sin una explicación.

En Cádiz, alojados en el Hotel Playa, más de 500 judíos de distintas nacionalidades esperan a embarcar en el buque portugués Nyassa, con destino a Haifa. Saben dónde están y a dónde irán, e intuyen lo que les espera. Pero aun no saben por qué están allí. Por qué les obligan a irse.

El pasado verano, un reportaje publicado por Diario de Cádiz resolvió al fin el enigma: fueron expulsados. Cuando el Nyassa partió, la Delegación del Gobierno de Cádiz recibió varios telegramas. Entre ellos, el que decía: "Prohíbase la entrada en España, aunque traigan documentación en regla, a los súbditos extranjeros Josef Palomo Sagues, de 37 años, hijo de Mauricio y Sara, natural de Bruyrquía, y Rudolf Heymann, de 42 años, hijo de Luis y Betty, natural de Hamburgo (Alemania). Expulsados del territorio nacional".

La orden nunca se hizo pública, ni fue comunicada a los expulsados. Como tampoco, en las breves noticias publicadas en los medios de entonces, figura que el Nyassa hiciera escala en España. Sólo Diario de Cádiz publicó algo al respecto: "En tren especial ha llegado la expedición que se esperaba, integrada por 550 israelitas de distintas nacionalidades que se hallaban refugiados en España. Se hará cargo de ellos la Cruz Roja, que los trasladará a Palestina en un barco portugués que es esperado el próximo lunes". Pero no concreta –no podía concretar- que entre los israelitas se encontraba un grupo de judíos expulsados del país.

"No estaba loco"
Pilar Vera, la periodista que encontró el telegrama que confirmaba la expulsión de los judíos españoles, comenta que el hallazgo fue casual, casi una fábula. "El Archivo Histórico de Cádiz no guarda las causas por su nombre. Es decir, uno no puede buscar masones' o 'prostitución' y encontrarse con todos los expedientes, sino que tiene que saber lo que busca`, o a quién busca". Indagando sobre documentos vinculados a un hombre apellidado Palomo halló el telegrama "relativos a órdenes de expulsión. Entre ellas, por supuesto, estaba la familia de Moshé". El 22 de Enero, la Dirección General envió un primer telegrama informando de una lista de apátridas –"Eufemismo para judíos en tiempos de Franco", concreta Vera- que embarcarían en el Nyassa. Pero las autoridades franquistas esperaron a que el barco arribara a Haifa para emitir la orden de expulsión.

Cuando Vera contactó con Moshé Yanai para confirmarle que, en efecto, tanto él como su familia como el resto de los judíos que viajaron en el Nyassa habían sido expulsados, el anciano judío catalán sintió "una gran emoción, la sensación de que, al fin, se había cerrado un capítulo... y de que, sobre todo, no estaba loco", explica la periodista, que añade: "dado que el régimen franquista mostró, por comparación, una actitud más tolerante hacia los judíos que los otros fascismos en Europa, sonaba muy extraño que se hubiera llevado a cabo la expulsión de un grupo de judíos del territorio nacional".

Una nueva vida
En Haifa, y ya con Barcelona como el recuerdo de un imposible obligado a la nostalgia, la familia Palomo pronto fue la familia Yanai. Fueron años duros: Israel no existía –Palestina era un protectorado británico-, y la familia tuvo que adaptarse a nuevas circunstancias. La primera –al menos para Moshé- aprender hebreo: "Había que dar un giro completo: escribir a la inversa, de izquierda a derecha. Y luego puntos y rayas en lugar de vocales… Y eso que todavía no sabía que en el hebreo moderno, que mi padre todavía no conocía, habían desaparecido tales adiciones que hacen las veces de vocales. Pronto se instaló en una aldea agrícola –Ben Shemen- donde conoció a un tal Shimón, que con el tiempo sería Shimón Peres. Fueron tiempos de carencias, en los que Moshé aprendió a sacarse las castañas del fuego: como muchos judíos, ante las dificultades de su situación, pretendían viajar a Latinoamérica, el joven Yanai pudo empezar a ganarse la vida como profesor de castellano. Al poco, se establecieron en un arrabal de Tel Aviv junto a la mayoría de judíos que llegaron de España.

La paz llegó a Europa, y al cabo de tres años nació el estado de Israel, y en paralelo Moshé Yanai empezó a hacerse una vida: su dominio de varios idiomas le permitió establecerse como traductor, más tarde como periodista. Para su padre, el expulsado Jose Palomo, preso durante tres años en un campo de concentración, la vida no fue tan fácil: "Ansiaba que terminara la guerra para que los aliados derrocasen el régimen de Franco, y pudiera regresar. En Israel siempre tuvo una condición modesta. Pero no dejó nunca de trabajar. Para él, fue una amarga decepción no haber conseguido regresar a Barcelona".

Moshé tuvo la suerte que le faltó a su padre. Ha podido visitar Barcelona, la ciudad en la que nació, aunque sólo sea para comprobar que el edificio en el que transcurrió su infancia, el de la calle Marqués del Campo Sagrado 28, fue derruido. Pero sí sobrevive el Mercat de Sant Antoni, que tantas veces visitó. A sus 79 años, aún planea un nuevo viaje que también le llevará a Cádiz. Aunque esta vez será distinto. Esta vez sí sabrá por qué tuvo que partir su vida en dos a los 13 años: porque fue expulsado. Al fin, el círculo se ha cerrado.

Javier Dale, Barcelona: El éxodo de un judío catalán, La Vanguardia, 26 de marzo de 2010

José Miguel Parra: "El polvo de momia fue la aspirina de la Edad Media"

En Egipto, un estudio genético de la momia de Tutankamón acaba de desvelar que era hijo del faraón hereje, Akenatón, y ha desmitificado su imagen juvenil y bella. En Nueva York, el Met exhibe los objetos utilizados para su embasamiento. En Barcelona, el hospital Quirón acaba de reconstruir el rostro de una momia de la época del Fayum y el Museo de Arqueología muestra los rostros de 18 momias abandonadas en Tebas. En Alicante, otra exposición más revela los secretos de los ritos funerarios egipcios. Parece que las momias vuelven a estar de moda, si es que en 5.000 años dejaron alguna vez de estarlo. Y, si no, que se lo digan al arqueólogo José Miguel Parra, que se suma a la tendencia con el libro divulgativo Momias.

-¿Por qué las momias nos atraen tanto?
-Son llamativas e impresionan. En realidad, estás viendo a una persona muerta pero parece que esté dormida. Las momias también son documentos históricos que contienen mucha información que resulta intrigante.

José Miguel Parra en una de sus expediciones arqueológicas en Egipto / José Manuel Galán

-¿Qué intrigas esconden?
-Si la momia está bien conservada, podemos averiguar su alimentación, si pasó hambre en la infancia… El ajuar funerario nos dice qué tipo de persona era, si era rica o pobre. Una momia nos puede proporcionar mucha información que nos sirve para hacernos una idea cada vez más detallada de su sociedad, una civilización que forma parte de nosotros.

-¿Todo surge de Egipto?
-Egipto es el punto de partida, incluso los griegos iban allí a estudiar.

-Las momias también son un punto de partida…
-...para renacer en el más allá. En Egipto, desde el reino antiguo, todo el que podía se momificaba y quien no podía costearse el proceso, optaba muchas veces por una momificación natural en agujeros de arena.

-¿Podemos llegar a imaginarnos cuántas momias pueden haber?
-Si calculamos que desde el 2.500 a.C. hasta después de cristo casi todo el mundo se momificaba… pues bastantes millones. Después tenemos que tener en cuenta que también se momificaban animales como ex votos y esto representa otro montón más.

Momia de babuino encontrada en la tumba de los animales. Valle de los Reyes (KV 50). Museo de El Cairo. /Nacho Ares ©, reproducida por cortesía del autor

-Con tantas momias no es de extrañar que muchos museos expongan al menos una en sus vitrinas.
-Desde hace años todo lo que se excava es patrimonio egipcio, pero no siempre ha sido así. Han salido tantas momias que no hay museo que no tenga una.

-¿Se deberían retornar?
-No tendría mucho sentido a no ser que sea alguna importante, como la de Ramsés I, que se devolvió a Egipto.

-¿Y el busto de Nefertiti?
-Salió legalmente de Egipto. En esa época, los objetos encontrados pertenecían a la excavación y el busto de Nefertiti se quedó en el lado de los alemanes. Se tiene que demostrar que el reparto fue fraudulento. Otra cosa es que los alemanes quieran devolverla…
-¿Deberían hacerlo?
-En Alemania ha estado muy bien. Egipto tiene demasiado material para exponerlo todo en buenas condiciones. Es comprensible que vuelva a Egipto, pero en Alemania es muy visitada. No hay muchos motivos para reclamarla. En Alemania se le conceden todos los miramientos que se merece y en Egipto sería una pieza más.

-¿Y la barba de la esfinge que está en el British Museum?
-Era un añadido posterior y salió de Egipto con permiso. En los siglos XVIII y XIX todo lo que salió era porque no había un estado que se preocupara. Si no conoces tu patrimonio y alguien lo sabe valorar es probable que te quedes sin él. Y todo lo que salió de Egipto se ha preservado.

-No es el caso de muchas momias…
-Hasta que no hemos llegado a comprenderlas como un documento histórico han sufrido bastante. Antes eran un souvenir, un objeto para ganar dinero. Se han utilizado para hacer papel, como abono…

.-…e incluso para curar enfermedades.
-Esto es de lo más peculiar. El polvo de momia fue la aspirina de la Edad Media. El rey Francisco I de Francia siempre viajaba con una provisión de momia por si caía enfermo o le herían. Durante siglos en Europa era el medicamento milagroso con efecto placebo.

La momia recientemente identificada como la de la reina Hatshepsut. Museo de El Cairo. XVIII dinastía / SCA ©

-¿Qué gusto debe tener una momia?
-(Ríe). Tendrá un gusto muy aceitoso, por las resinas, y un poco salado, por el natrón que se utilizaba en la deshidratación.

-Ideal para las ensaladas. ¿Cómo debemos mirar a una momia?
-Hay que mirarla con respeto, cariño y curiosidad porque estás viendo a una persona.

-¿Qué momia le ha causado más impresión?
-De de las que me he encontrado en excavaciones, me sorprendió una momia natural y reciente de un perro que se cayó en un pozo funerario. Murió de hambre y se momificó. Lo ves tan escuálido y retorcido que dices: caramba. Con las otras el efecto es diferente, porque sabes que murieron y las momificaron. Resultan interesantes las momias de los faraones. Ver en persona a ese señor del que sabes tantas cosas.

-¿Qué haría Ramsés II si viera lo que estamos haciendo con las momias?
-Nos cortaría la cabeza. Para ellos era importante que las momias estén donde tenían que estar: en su sarcófago. Aunque Ramsés II sigue viviendo en el más allá porque su momia se preserva.

Silvia Colomé, Barcelona: José Miguel Parra: "El polvo de momia fue la aspirina de la Edad Media", La Vanguardia, 26 de marzo de 2010

jueves, 25 de marzo de 2010

Pedro III de Aragón fue embalsamado y era más alto que sus contemporáneos

El rey medieval de la corona catalano-aragonesa Pedro III de Aragón fue embalsamado, estaba sano y medía 1,73 metros, algo más que la media de la época, según los primeros resultados de la apertura de su tumba, en el monasterio de les Santes Creus (Tarragona), y su posterior traslado al Centre de Restauració de Béns Mobles de Catalunya, en Valldoreix (Sant Cugat del Valls), donde ahora se analizará en profundidad.

Científicos e investigadores presentan los resultados de los análisis de la apertura de la tumba |
EFE / MUSEO DE HISTORIA DE CATALUÑA

El embalsamamiento era una práctica habitual en los enterramientos de miembros de casas reales europeas a partir del siglo XII. El dato de su estatura es aproximado, porque el cuerpo está ligeramente arqueado. El nivel máximo de anchura del cuerpo a la altura de la espalda es de 39 centímetros, 44 a nivel de cadera y 17,6 a nivel de las rodillas. Una de las particularidades del cuerpo del rey es que los pies se encuentran separados del cuerpo. La principal hipótesis es que, en un segundo enterramiento, se recolocaron entre las piernas para adaptar el cuerpo a las dimensiones de la bañera en la que yace.

Europa Press, Barcelona: Pedro III de Aragón fue embalsamado y era más alto que sus contemporáneos, ABC, 22 de marzo de 2010

Los primeros análisis sobre los restos de telas indican la ausencia de tejidos relacionados con el carácter regio del cuerpo, lo que daría veracidad a la crónica de Bernat Desclot, que explica que el rey fue enterrado con hábito monástico. También se ha encontrado un mechón de cabellos, aunque aún no se sabe si pertenecen al rey o a algún miembro de su familia. La práctica de dejar mechones de cabello en enterramientos funerarios se había encontrado en otras épocas, como la griega, pero nunca antes en la Edad Media. Además, las manchas de humo y los restos de cera confirman que en 1857 se abrió la tumba de forma parcial, tal como consta en las memorias de Bonaventura Hernández Sanahuja, comisionado en la restauración de Santes Creus por la Comisión Provincial de Monumentos.

Dieta, enfermedades y causas de su muerte

Estos primeros resultados fueron presentados este lunes por el conseller de Cultura y Medios de Comunicación de la Generalitat, Joan Manuel Tresserras; el director del Museu d'Histria de Catalunya, Agustí Alcoberro, y la coordinadora del proyecto de restauración, Marina Miquel.
La investigación que empieza ahora permitirá elaborar un discurso histórico y reconstruir aspectos de la vida del rey, como su dieta, las enfermedades que padeció y las causas de su muerte. Además, se realizará una reconstrucción facial de la momia y se estudiará su ADN, lo que servirá para establecer qué cráneos y otros huesos conservados en el Monasterio de Poblet pertenecen realmente a Jaume I, su padre.

La primera apertura técnica de la tumba de Pere el Gran tuvo lugar el 26 de enero. Antes, se hizo un estudio de la atmósfera interior y una endoscopia con una pequeña cámara que permitió ver el interior del sarcófago. Para sacar los restos del rey y prepararlos para su traslado participaron 40 personas, que trabajaron durante más de seis horas. El cuerpo del rey llegó a Valldoreix en un camión especialmente adaptado y custodiado por los Mossos d'Esquadra, aunque antes de su llegada al Centre de Restauració de Béns Mobles hizo una parada en el Hospital Joan XXIII de Tarragona, donde se hizo un TAC de sus restos.

Una especie humana desconocida vivió hace 40.000 años en Siberia

El hallazgo en el sur de Siberia de los restos de una clase de homínido desconocido de hace 40.000 años está destinado a revolucionar algunos de los conceptos clave de la paleontología moderna. De hecho, se trata de una especie contemporánea a la nuestra y de la que no había noticias hasta ahora. Una especie humana, otra, inteligente y que vivió al mismo tiempo que nuestros antepasados y que los neandertales, el otro grupo humano que en aquél momento habitaba en Asia y Europa. El excepcional descubrimiento se publica hoy en Nature.

Arqueólogos en el interior de la cueva Denisova, donde fueron hallados los restos del nuevo homínido / Johannes Kraus

Un espectacular y poco frecuente descubrimiento acaba de alterar para siempre lo que sabemos (o creíamos saber) sobre cómo el hombre moderno consiguió poblar el mundo a partir de su continente natal, África. Durante largas décadas, los paleontólogos han ido dibujando un cuadro en el que, durante los últimos 40.000 años, aparecían dos únicos protagonistas: los neandertales, que en aquél tiempo ocupaban la mayor parte de Europa y extensas zonas de Asia (hasta que se extinguieron hace unos 15.000 años); y los humanos modernos, nuestros antepasados directos, que tras abandonar África unos veinte mil años antes de esa fecha, se multiplicaban y extendían por toda Eurasia.

En 2003, el panorama cambió tras la aparición de una tercera especie humana, un pequeño homínido aparecido en Indonesia y bautizado como Hombre de Flores. Y ahora, en un estudio que hoy mismo publica la revista Nature, Johannes Krause, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, de Leipzig, en Alemania, añade a la «familia» humana una cuarta especie, un nuevo miembro que obligará a replantearse lo que creíamos saber hasta ahora.

Pero el descubrimiento de Krause y sus colegas pasará a la historia, también, por otra razón: se trata de la primera vez que se describe una nueva especie de homínido a partir de su ADN y no de la morfología de alguno de sus huesos fosilizados. Un ADN que procede de un fragmento del hueso de un dedo descubierto en la Cueva de Denisova, en los montes Altai, al sur de Siberia. La cueva fue ocupada de forma intermitente por grupos de humanos desde hace por lo menso 125.000 años pero, a pesar de que han aparecido numerosas herramientas de piedra de diferentes periodos, en ella se han encontrado muy pocos restos humanos, totalmente insuficientes como para realizar los estudios morfológicos habituales.

Análisis de las mitocondrias

Es precisamente sobre estos escasos y fragmentarios restos fósiles que Krause ha llevado a cabo sus análisis genéticos. Análisis que han llevado al sorprendente e inesperado descubrimiento de una especie humana totalmente desconocida. El fragmento de dedo procede de una capa de sedimento cuya datación arroja una antiguedad de entre 48.000 y 30.000 años. Y analizar el ADN de una muestra tan antigua es ya, de por sí, todo un reto para la Ciencia, que ha podido ser abordado gracias a las nuevas técnicas que el Instituto Max Planck está utilizando para otro gran proyecto (dirigido por Svante Pääbo, que también ha participado en esta investigación), el de secuenciación del genoma de un hombre de Neandertal.

Para realizar su trabajo, los investigadores se centraron en un tipo muy particular de ADN, el contenido en unos orgánulos del interior de la célula llamados mitocondrias. Para enfrentarse a unas muestras tan escasas y antiguas, el ADN mitocondrial resulta mucho más adecuado, ya que cada célula contiene cerca de 8.000 copias (una en cada mitocondria) frente a las dos únicas copias que posee de ADN nuclear. Utilizando los mismos métodos de secuenciación ya usados con neandertales y mamuts, Krause consiguió ensamblar, a partir de varios fragmentos, una secuencia completa de ADN mitocondrial del dedo de Denisova.

Pero Krause no fue consciente de su hallazgo hasta que comparó esa secuencia con otras análogas de humanos modernos y de neandertales y se dio cuenta de que era única. ¿A quién podía pertenecer ese ADN de hace 40.000 años si no era de un neandertal ni de un Homo sapiens? Una posibilidad era que se tratara de un descendiente directo de Homo erectus, la especie que abandonó Africa hace ya casi dos millones de años y que sobrevivió en Indonesia hasta hace cerca de cien mil... pero nada hacía suponer que esa excepción pudiera aplicarse a Siberia, geográficamente tan alejada de Indonesia.

El exterior de la cueva Denisova / Bence Viola

Los científicos se dedicaron entonces a la tarea de establecer comparaciones genéticas entre su nueva y flamante secuencia de ADN y las de las dos especies humanas que le fueron contemporáneas, la nuestra y los neandertales. El objetivo era buscar relaciones entre las tres especies humanas y construir un árbol evolutivo que las incluyera a todas. El resultado fue que todas ellas tienen (tenemos) un antepasado común que vivió hace cerca de un millón de años.

Pero si los humanos modernos evolucionaron en Africa, entonces este antepasado común de un millón de años de antiguedad también debía proceder del continente negro. Sin embargo, resulta imposible que el antecesor del hombre de Denisova fuera un Homo erectus, especie que comenzó a poblar Europa más de 900.000 años antes... Y la secuencia genética de Denisova tampoco se parecía a la de los antepasados directos de los neandertales, cuyo linaje se separó del que dio lugar a Homo sapiens hace 450.000 años, mucho después que la rama que desembocó en el hombre de Denisova.

Por lo tanto, y descartadas esas posibilidades, la única conclusión lógica era que la secuencia genética de Denisova perteneció a una clase desconocida de homínido que abandonó Africa en un proceso de migración (también desconocido) hace alrededor de un millón de años, y que ese homínido logró sobrevivir (por lo menos) en algunas zonas de Eurasia hasta hace 40.000 años.

ADN nuclear

Ahora, el siguiente reto para los investigadores es el de conseguir ADN nuclear de las muestras de Denisova. Algo, como hemos visto, mucho más complicado de obtener que el ADN mitocondrial, pero que aclararía mucho las relaciones de esta nueva especie con nuestros antepasados y con los neandertales. Por no hablar, claro, de que el método utilizado por Krause y sus colegas podrá ahora ser aplicado a un gran número de muestras fósiles procedentes de yacimientos de todo el mundo.

Con lo que el número de nuevas especies humanas desconocidas por nuestros científicos podría incrementarse de una forma espectacular, aclarando de una vez por todas el complejo y aún misterioso proceso que llevó a que una única especie, la nuestra, sobreviviera a todas las demás variedades humanas y colonizara por completo nuestro planeta.

José Manuel Nieves, Una especie humana desconocida vivió hace 40.000 años en Siberia, ABC, 25 de marzo de 2010

El dedo meñique y su molécula

Cuando un paleontólogo encuentra una nueva especie fósil (o sea, extinguida), se pone muy contento. Ha logrado devolver a la vida a un ser del que no se tenía noticia y que ya no está entre nosotros. Gracias a la nueva especie se aclararán -piensa- algunos problemas evolutivos.

Pero, ¿cómo sabe el científico que el fósil maravilloso corresponde a una especie desconocida y no a una ya descrita por paleontólogos anteriores? Pues comparando la pieza con los fósiles de las especies previamente descubiertas, y a las que sus autores ya han dado nombre (formado por dos palabras que se declinan en latín). Como cada especie lleva también añadido el nombre de su creador (se dice así, pero solo es el descubridor, las especies son un producto de la evolución), hay un buen premio para el trabajo bien hecho. No digamos nada si la nueva especie es de homínido (u hominino, como se dice ahora, aunque suene algo gatuno) y pertenece a nuestra propia rama del árbol de la vida.

Todo eso ha ocurrido con un fósil procedente del mismísimo centro de Asia, de una cueva en los montes Altai en el sur de Siberia. No es un neandertal, concluyen los autores de un estudio publicado hoy en Nature. Tampoco corresponde a un humano moderno, es decir, como nosotros. Sin embargo vivió hace entre 50.000 y 30.000 años, cuando los neandertales aún existían y ya se había extendido nuestra especie por Eurasia desde su cuna africana. De hecho, parece que neandertales y humanos como nosotros vivían también -convivían- en la región con la nueva especie. Además, por aquellos tiempos habitaba el diminuto Hombre de Flores en la isla de ese nombre, en Indonesia, y puede que los últimos Homo erectus aún resistiesen en Java.

Pero los autores del trabajo no han creado una nueva especie de hominino, pese a todo, y quizás se deba a que se han encontrado en una situación realmente curiosa. El nuevo fósil... es una molécula. O casi, porque en el artículo se habla del ADN mitocondrial extraído de una falange distal -la de la uña- del dedo meñique. La diferencia genética entre el individuo al que pertenecía ese dedo meñique y los humanos actuales es el doble que la que existe entre los neandertales y nosotros. Los autores calculan que la línea que conduce al fósil de la cueva Denisova se separó hace un millón de años de la línea que luego se dividiría en dos, la que lleva a los neandertales y la nuestra. Es una fecha interesante, y habrá que darle vueltas al tema, porque precisamente en Atapuerca tenemos fósiles humanos de hace algo más de un millón de años y otros de hace algo menos de un millón de años. ¿Serán sus antepasados? Hoy es demasiado pronto para buscar respuestas, el artículo acaba de aparecer, pero ¡qué sorpresa!

Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid y codirector de las excavaciones de Atapuerca, El dedo meñique y su molécula, EL PAÍS, 25 de marzo de 2010

La Mujer X, un nuevo linaje humano

El dedo pequeño de una mano infantil, de un niño o niña que vivió hace 40.000 años en Siberia, ha revelado que los antepasados remotos de los humanos salieron de África al menos una vez más de lo que se creía y que en una pequeña zona convivieron neandertales, humanos modernos (de los que descendemos los actuales) y los nuevos homínidos ahora descubiertos, cuyo aspecto y otras características todavía no se conocen. El análisis genético del dedo es la herramienta que ha permitido hacer este sorprendente descubrimiento, que sitúa definitivamente a la genética como auxiliar imprescindible de la paleontología, al menos para la época más reciente.

Vista de la cueva Denisova en las montañas Altai de Siberia.- BENCE VIOLA

Una criatura que no conocemos llevó este linaje desde África y lo hizo hace menos de un millón de años", explica Svante Pääbo , el más prestigioso especialista en ADN antiguo y director del trabajo, que publica la revista Nature. Sin embargo, reconoce Pääbo: "No podemos decir realmente cómo era esta criatura, ni si se conoce ya por fósiles hallados en otros sitios, pero nos da una nueva imagen, mucho más compleja, de nuestro pasado". Prudente, Pääbo se niega a hablar de "nueva especie" y dice que en el laboratorio llaman al fósil Mujer X, simplemente, por la transmisión materna del ADN mitocondrial, que es lo que se ha estudiado, aunque no conocen su sexo.

"Hemos analizado el ADN mitocondrial del fragmento de dedo con las técnicas que desarrollamos para el ADN de neandertal", explica Johannes Krause, del laboratorio de Pääbo. La sorpresa fue que el análisis de esta máquina celular reveló grandes diferencias (hasta 400) con el ADN mitocondrial del hombre moderno y del neandertal. La conclusión es que pertenece a otro linaje, hasta ahora no identificado, posterior a la primera salida del África de un homínido. "Los neandertales y los hombres modernos divergieron evolutivamente hace medio millón de años aproximadamente, y el ancestro común de los tres linajes, incluido el nuevo, data de un millón de años, así que estas criaturas están dos veces más distantes de nosotros que los neandertales", dice Pääbo.

Svante Pääbo, fotografiado en Madrid en 2007.- ULY MARTÍN

El primer grupo de homínidos que salió de África fue Homo erectus y después hubo al menos otras dos oleadas, la de los ancestros del neandertal, entre los que está en Homo antecessor de Atapuerca, hace entre 500.000 y 300.000 años, y el Homo sapiens, la especie actual, hace sólo 50.000 años. El problema es que únicamente se ha realizado análisis genético del neandertal, por lo que resulta imposible la comparación del nuevo homínido (si resulta serlo y no uno ya identificado por los fósiles) con los anteriores. Pääbo confía en que el ADN del núcleo del mismo fósil, que ya están estudiando, de muchos más datos

El yacimiento en el que se ha encontrado el hueso analizado es un abrigo -la cueva Denisova, en las montañas Altai del sur de Siberia- que ha estado habitado desde hace 100.000 años. El estudio de los estratos de la cueva y de otros yacimientos cercanos indica que el homínido de Denisova vivió cerca, en el espacio y en el tiempo, de los neandertales y los humanos modernos.

Malen Ruiz de Elvira, Madrid: La Mujer X, un nuevo linaje humano, EL PAÍS, 25 de marzo de 2010