sábado, 8 de marzo de 2008

Bienvenido, Mr. Sam

En 1953 la firma del Tratado de Amistad y Cooperación Hispano-Americano financiaba en parte el desarrollo económico de España, aislada todavía en el terreno de las relaciones internacionales. Con él llegaría la rúbrica de varios acuerdos bilaterales con Estados Unidos, uno de ellos de especial importancia estratégica y geopolítica: el de la instalación en territorio nacional de varias bases militares norteamericanas, en especial las de Torrejón de Ardoz en Madrid, Rota en Cádiz y Zaragoza. Mientras, en Guadalix de la Sierra, entonces un pequeño pueblo del norte de Madrid, Luis García Berlanga comenzaba el rodaje de una de las películas más emblemáticas del cine español, «Bienvenido Mr. Marshall», protagonizada por el incomparable Pepe Isbert y por Lolita Sevilla, que ha dejado su testimonio sobre aquellos días de cámaras y «extras» lugareños disfrazados de andaluces en el capítulo noveno de la Memoria Visual de España. Tiempos de leche en polvo, mantequilla y queso con el sello del Tío Sam. Y también de la esperada llegada del Cinemascope con «La túnica sagrada» como abanderada de una nueva forma de ver el cine.

La industria del motor se moderniza y, además del espectacular bólido deportivo de la marca Pegaso, empiezan a rodar por nuestras carreteras el compacto Seat 1400 y esa moto, la Vespa, un «seiscientos» después de haber hecho strip-tease, que vino de Italia para ya no irse.

Otro importante factor colaboró en el proceso de apertura de España al exterior, aunque la entrada en Naciones Unidas siguiera siendo vetada: el reconocimiento por parte de la Santa Sede, a través del Concordato, de la legitimidad del Gobierno de España y de Franco como hijo predilecto de la Iglesia. Por entonces, el príncipe Juan Carlos de Borbón continuaba con su formación. Tenía por entonces diecisiete años y ya mantenía sus primeros contactos directos con Franco.

Rey de la montaña

En el terreno deportivo, Federico Martín Bahamontes, «El águila de Toledo», se convertía en el rey de la montaña en la edición de 1954 del Tour de Francia, un año antes de consagrarse en París con el maillot amarillo.

Ese año de 1954 fue el del emocionante regreso a España en el buque «Semiramis» de los últimos prisioneros de la División Azul, tras once años de cautiverio en la Unión Soviética. También el de la concesión del Nobel a un «españófilo», Ernest Heminghway, y el de la muerte de un español con Nobel, Jacinto Benavente. También dejó el mundo de los vivos Eugenio D´Ors. En aquellos días Juanito Valderrama conocería a su sempiterna pareja Dolores Abril, al tiempo que Lola Flores regresaba triunfante de su exitosa gira americana. El capitán Trueno y El guerrero del antifaz luchaban enconadamente por hacerse con el liderazgo de las preferencias del ocio en materia de cómic de los españoles.

Luis Conde-Salazar Infiesta, Bienvenido, Mr. Sam, ABC, 8 de marzo de 2008

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