domingo, 3 de octubre de 2010

Alemania termina de pagar las reparaciones de la I Guerra Mundial

Colas para conseguir pan en Alemania tras el fin de la Primera Guerra Mundial. | Bundesarchiv Los alemanes no eran conscientes de que seguían pagando reparaciones de guerra correspondientes al Tratado de Versalles de 1919 hasta que un diario nacional desvelaba esta semana que el último pago, de 69,9 millones de euros, quedaría definitivamente saldado este domingo, 3 de octubre.

La cantidad había sido aprobada en los Presupuestos Generales de 2010, pero como tantas otras letras pequeñas que no se debaten y a las que no se da publicidad. "No es cierto que no fuera información pública, sencillamente es un asunto que se ha llevado con la debida discreción", justificaba un funcionario del Bundesbank en la televisión. La noticia ha causado sorpresa y poco disimulada insatisfacción.

En las calles, los ciudadanos manifestaban primero su asombro y, acto seguido, la amargura que quedó en el pueblo alemán por una imposición de reparaciones percibidas entonces como injustas y que, a juzgar por las reacciones, ha dejado huella hasta hoy en los corazones alemanes. "Yo aprendí de niño, me lo enseñó mi maestro en la escuela, que el Tratado de Versalles fue una humillación para Alemania, y hemos estado pagando hasta ahora, durante 92 años. Pero eso sí, somos muy amigos de los franceses..." decía con ironía un transportista de Colonia con pocas simpatías por los vecinos galos.
[foto de la noticia]
"Es evidente que el Tratado de Versalles fue moralmente traumático para los alemanes, como lo es que las dificultades que aquella inmensa deuda causó a la economía sirvieron después de base para el descontento y la desesperación que llevaron a muchos a votar a Adolf Hitler", reconocer Heldried Spitra, directora del Departamento de Historia de ARD.

'Me niego a que Alemania cargue con toda la culpa'

Pasados 92 años, parece claro que en los alemanes quedó marcado el discurso que el entonces ministro de Exteriores alemán, Brockdorff-Rantzau, lanzó como arma arrojadiza al francés Clemenceau cuando le fue expuesto el contenido de la cláusula 231, en virtud de la cual el Tratado de Versalles identificaba a Alemania como única culpable de la guerra:

"Pudimos sentir el odio cuando entramos en esta sala. Ustedes esperan que aceptemos toda la culpa de la guerra. Si esa afirmación saliera de mi boca sería una mentira. Alemania y el pueblo alemán están firmemente convencidos todavía de que hicieron una guerra defensiva y yo me niego aquí con mayor vehemencia a que Alemania cargue con toda la culpa. Cuando empezaron ustedes a hablar de compensación en pocas palabras les pedí que recordaran que tardaron ustedes seis semanas en entregarnos su armisticio y otros seis meses más después para formular sus términos de paz. Cientos de miles de ciudadanos inocentes alemanes, mujeres y niños que han muerto de hambre desde el 11 de noviembre de 1918 porque continúa el bloqueo, fueron llevados a la muerte deliberadamente después de su victoria y después de tener más que garantizada su seguridad. Les pido que piensen en ellos cuando hablen de conceptos como el de culpabilidad y castigo".

FProtesta en contra de las condiciones del Tratado en Berlín. | Bundesarchivrancia ha sido el país aliado más beneficiado por las reparaciones económicas, que, además de la reordenación territorial, incluían la entrega de todos los barcos mercantes de más de 1.400 toneladas de desplazamiento y la cesión anual de 200.000 toneladas de nuevos barcos, además de la entrega anual de 44 millones de toneladas de carbón, 371.000 cabezas de ganado, la mitad de la producción química y farmacéutica, la totalidad de cables submarinos, etc., durante cinco años.

En cuanto a las multas, se exigió el pago inmediato de 132.000 millones de marcos-oro alemanes, cifra que Alemania no podía pagar puesto que doblaba sus reservas internacionales, y que aumentarían posteriormente hasta rondar los 300.000 millones de marcos oro.

Para afrontar los pagos, la República de Weimar se endeudó hasta lo indecible y así fue cómo comenzó la galopante inflación que dio paso al hambre y a la desesperación, una experiencia histórica que explica el rigor con el que Alemania impone hoy en la UE políticas que mantengan la inflación a raya.

Un dólar por 4.200 millones de marcos

"La hiperinflación de 1923 llegó unos extremos insostenibles para el pueblo alemán. Un dólar pasó a tener un valor en aquel año de 4.200 millones de marcos, el litro de leche, una barra de pan o un paquete de tabaco superaban los millones o billones de marcos. Además, los precios cambiaban constantemente a lo largo del día, los días en los que los trabajadores recibían su sueldo tenían que llevárselo a casa en carretilla e ir comprando algo por el camino porque sabían que, al día siguiente, todo aquel dinero no serviría para gran cosa" explica Spitra.

"Por este motivo, millones de alemanes quedaron arruinados y la desesperación se apoderó de ellos llegando en muchos casos al suicidio, mientras Francia presionaba para seguir cobrando y llegó a invadir, en 1923, la cuenca del Ruhr, para garantizar los envíos de carbón".

Alemania, finalmente ahora, consigue cerrar ese doloroso capítulo de su historia, del que parece haber sacado dos lecciones fundamentales: nunca más guerra y nunca más inflación.

El armisticio se firma el 11 de noviembre de 1918. | Lib. of Congress
Los 'Cuatro Grandes' fijan las condiciones de la rendición. | U.S. Army
La firma del Tratado de Versalles. | Imperial War Museum
Las tropas alemanas, derrotadas, se retiran del Ruhr. | Bundesarchiv
Soldados franceses ocupan el Ruhr. | Bundesarchiv
Tropas británicas desfilan en Wiesbaden. | Bundesarchiv
Soldados franceses ocupan Dortmund. | Bundesarchiv
Un millón de marcos equivale a un dólar. | Bundesarchiv
El billete de cinco millones de marcos. | Bundesarchiv
Empapelando paredes con marcos sin valor. | Bundesarchiv

Rosalía Sánchez | Berlín: Aprendí de niño que el Tratado humillaba a Alemania, y lo hemos pagado 92 años',
EL MUNDO, 2 de octubre de 2010

Una deuda histórica

La devastación que trajo consigo la Primera Guerra Mundial supuso un reordenamiento del entramado geográfico, social, político y económico de todo el planeta. Después de los seis meses de negociaciones en la Conferencia de Paz de París que siguieron al armisticio (firmado el 11 de noviembre de 1918), Alemania, la gran perdedora del conflicto y catalogada desde entonces como la principal instigadora de la contienda, acudió al Salón de los Espejos del Palacio de Versalles para firmar un tratado de desarme y compensaciones particularmente estricto para sus intereses.

Responsabilidad económica y moral

En el Tratado de Versalles, firmado el 28 de junio de 1919, Alemania debía reconocer no sólo su derrota en el conflicto, sino admitir su responsabilidad material y moral en solitario. Por ello, estaba obligada a hacer frente a cuantiosas indemnizaciones para resarcir a los países vencedores y a los ciudadanos alemanes que habían invertido en la contienda. De esta manera, Alemania tuvo que hacer concesiones territoriales, ceder todo su imperio colonial (repartido entre los vencedores, principalmente Reino Unido y Francia), además de entregar todo su material bélico e iniciar un proceso de desmilitarización (se suprimió el servicio militar obligatorio y se prohibió fabricar material para la guerra, entre otras medidas) progresivo, pero radical.

Inflación de la economía

El primer ministro francés, Georges Clemenceau, en la firma del Tratado de Versalles. Asimismo, y a lo largo de cinco años, también tuvo que deshacerse de buena parte de sus barcos mercantes, cabezas de ganado, carbón, productos industriales, cables submarinos, producción química y farmacéutica, oro y dinero en metálico. El pago de 132.000 millones de marcos alemanes tenía que hacerse en oro; una cifra que excedía con mucho las reservas alemanas y que provocó una hiperinflación que dificultaba enormemente la recuperación económica de la nación germana. Por este motivo, el país tuvo que pedir créditos respaldados fundamentalmente por operadores estadounidenses y magnates como el sueco Ivar Kreuger que, a cambio, recibían ciertas prebendas. Kreuger, por ejemplo, se hizo con el monopolio fosforero.

Plan de pago de los intereses

A pesar de la enorme carga de este acuerdo y de resultar perdedora también de la Segunda Guerra Mundial (un hecho que también perjudicó la economía germana), el capital comprometido en Versalles se terminó de satisfacer en 1983. Sin embargo, faltaba por abonar los intereses, para cuyo pago se estableció un periodo adicional de 20 años. Eso sí, estas dos décadas empezarían a contar a partir de la fecha en la que las dos partes en las que estaba dividida entonces Alemania se hubieran unido.

Muchos historiadores avalan la teoría de que esta prórroga se concedió a propósito en un momento en el que la Guerra Fría estaba en su momento álgido, ya que en ese entonces Alemania podía haber hecho frente perfectamente y de un golpe a los 125 millones de euros que se adeudaban. No obstante, la reunificación no parecía un acontecimiento muy probable en aquellos años, de manera que, si no se daba esta condición, la deuda quedaría en el aire. De hecho, los bonos originales se convirtieron en una especie de reliquias que circulaban entre los curiosos y coleccionistas como un documento de interés histórico, pero sin ninguna valía monetaria.

Un giro con la Reunificación

Sin embargo, la caída del Muro de Berlín supuso un giro inesperado de los acontecimientos. La Reunificación, el 3 de octubre de 1990, acabó con la existencia de dos Alemanias y reabrió el plazo para pagar los intereses pendientes, cuya fecha de cancelación se fijó el 3 de octubre de 2010. De esta manera, el domingo Alemania abonará los 75 millones de euros que todavía tiene pendientes. Así, coincidiendo con el vigésimo aniversario de la unión de sus dos mitades, cerrará, 92 años después, uno de los capítulos más traumáticos para la Humanidad del siglo XX: la Primera Guerra Mundial.

ELMUNDO.es | Madrid: Una deuda histórica, EL MUNDO, 2 de octubre de 2010

martes, 31 de agosto de 2010

El Castillo árabe de Santa Euferia, fortín de entrada a Andalucía

Restos del castillo árabe en la sierra que le da nombre a la localidad.En la localidad situada más al Norte de la provincia, a pocos kilómetros de Castilla-La Mancha y prácticamente coronando el mapa de la comunidad andaluza se encuentra el castillo de Miramontes, antigua fortaleza musulmana localizada en el gran otero de la comarca. Así, Santa Eufemia ha sido a través de los siglos una puerta natural de entrada a Los Pedroches. Su carácter fronterizo le ha otorgado igualmente una privilegiada posición estratégica, eternamente vigilada por el castillo de Miramontes, vetusta fortaleza que forma parte del rico patrimonio de Córdoba.

Mediaba el siglo XII cuando una treintena de caballeros italianos de Calabria a las órdenes del rey Alfonso VII conquistaron a los moros un castillo denominado San Fumiyah, según la información que aporta el célebre geógrafo árabe Idrisi. El caso es que los cristianos le dieron el nombre de Santa Eufemia, que es como se conoce desde entonces a la población que surgió a los pies de tan imponente atalaya. Su ubicación elevada y rocosa le otorgó posteriormente el nombre de Miramontes.

De construcción árabe, levantado probablemente sobre las ruinas de un castro prerromano, ha estado ligado desde entonces a la historia de la población. "La construcción del mismo debió de realizarse a lo largo de la época almorávide y almohade", explica el alcalde calabrés, Elías Romero Cejudo. Durante muchos años, el más absoluto silencio histórico rodeó al castillo de Santa Eufemia, enclavado en un territorio despoblado, hasta que Fernando III lo conquista definitivamente y lo dona a la ciudad de Córdoba. Miramontes, fortaleza árabe de planta poligonal a la que se puede acceder a través de la calle Calvario, da vigilancia y protUno de los torreones de la fortaleza con Santa Eufemia al fondo.ección a esta importante vía de comunicación. Hoy día, según cuenta el alcalde, se encuentra en ruinas, aislado y sin uso. "Se podría haber contemplado una zona de descanso o un merendero, pero el castillo es propiedad privada y desde hace siglos se desconocen sus propietarios", lamenta Romero.

A partir de la segunda mitad del siglo XIII este lugar fue reino de maleantes y salteadores. Así que Sancho IV el Bravo entregó estos terrenos a Fernando Díaz Carrillo, que será el primer Señor de Santa Eufemia, con la intención de que reconstruya el fortín y ponga fin a los desmanes de los golfines, como eran conocidos estos salteadores de caminos, que controlaban una de las rutas más importantes de comunicación entre Castilla y Andalucía. Así, cuenta la leyenda que tuvieron que intervenir los Reyes Católicos en la destrucción y desmantelamiento del la fortaleza de Miramontes, para frenar el ansia expansionista de los Carrillo.

A pesar de los picos y los mazos de los grandes señores castellanos que cumplieron la sentencia, según el alcalde del municipio, "aún se conservan importantes restos de esta fortaleza, como la torre del Homenaje, el aljibe, y abundantes despojos de la residencia de los señores y sirvientes".

"La fortaleza es símbolo emblemático del pueblo y numerosas asociaciones toman su nombre de él. Así, en ocasiones recibimos visitas turísticas, aunque no tantas como nos gustaría", señala Elías Romero, quien además añade orgulloso que "desde el castillo se pueden observar unas maravillosas vistas de todo el Valle de Los Pedroches, un paisaje único y milenario donde los haya". Como el resto de estructuras defensivas, este vetusto fortín que da entrada a Andalucía pasó a ser Bien de Interés Cultural (BIC), si bien su mérito está en haber soportado el paso del tiempo, en convertirse en un gigante invencible que ha hecho frente a la dejadez.

Lidia Ramírez: El fortín de entrada a Andalucía, El Día de Córdoba, 23 de agosto de 2010

lunes, 30 de agosto de 2010

El origen de los Estados Unidos Mexicanos

Estados Unidos Mexicanos es el nombre oficial del país conocido como México. La primera denominación resalta el pacto federal, mientras que la segunda pone énfasis en la nación, origen de la soberanía, según la Constitución. Parece evidente la tensión entre estas proposiciones, en particular porque ambas se encuentran en el mismo documento. Sin embargo, la tensión es antigua y se deja sentir menos, aunque en 1993 se manifestó en una polémica en la prensa entre quienes proponían modificar la denominación oficial por considerar que "México" era el nombre auténtico de la nación y aquellos que defendían las soberanías estatales y argüían que el cambio respondía a intereses comerciales estaounidenses. La polémica no pasó de la prensa.

El nombre de México tiene una trayectoria previa al surgimiento de la nación en el siglo XIX. Su origen es prehispánico, limitado al de las ciudades lacustres de México Tenochtitlan y México Tlatelolco. La etimología parece hacer referencia al asentamiento en medio de un lago: Mexi es la luna o el centro del maguey, co significa "en donde está". Tras la conquista española del siglo XVI, la ciudad que sirvió de cabeza al reino de Nueva España fue llamada México, por lo que se podía usar ese nombre para todos los dominios que se gobernaban desde esa capital. Muy pronto se pueden hallar referencias al Seno Mexicano (el Golfo de México) y en 1590 el Orbis terrarum de Petrus Plancius señalaba a toda la parte norte del Nuevo Mundo como "America Mexicana", es decir, eran regiones que dependían de la ciudad de México.

Imagen del exterior del edificio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que ha ganado el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2009.- EFE

Período colonial

A finales del siglo XVIII, Francisco Xavier Clavijero publicó su Storia antica del Messico, lo que contribuyó a llamar con este nombre a los dominios españoles en América del Norte, en especial en Europa y en Estados Unidos. Sin embargo, el término "mexicano" se usó durante el periodo colonial únicamente para designar a las personas que vivían en la ciudad de México o a quienes hablaban náhuatl, la "lengua mexicana", y no para la generalidad de los habitantes de Nueva España. El vocablo "novohispano" fue inventado en el siglo XX, de modo que nunca nadie lo empleó para identificarse.

Estas puntualizaciones son pertinentes, porque durante el proceso que condujo a la independencia del país, no hubo una única manera de nombrarlo. Miguel Hidalgo siempre se refirió a "este reino" o a "esta América". Por su parte, José María Morelos usó el nombre "América Mexicana", que se ve en el Decreto Constitucional de 1814. No obstante, en los papeles de los dos dirigentes de la insurgencia hay referencias a los "apáticos mexicanos" o los "cobardes mexicanos", es decir, a los habitantes de la capital virreinal.

Los términos "Estados Unidos Mexicanos" y "República Mexicana" fueron empleados por vez primera por los insurgentes de Texas, quienes se hallaban muy influidos por los estadounidenses. En 1821, el Tratado de Córdoba firmado entre el jefe político Juan O'Donojú y Agustín de Iturbide señaló que "esta América se reconocerá como nación soberana e independiente y se llamará en lo sucesivo imperio mexicano".

Servando Teresa de Mier advirtió que "llegará el tiempo en que todos los nombres europeos desaparecerán de los países trasatlánticos y se restituirán los antiguos". No bien conseguida la independencia, el de "Nueva España" fue olvidado. Entre 1821 y 1824 "Anáhuac" (náhuatl: tierra rodeada de agua) convivió con "México" en impresos y proyectos constitucionales. Mier se dio cuenta de que el segundo se impondría, por ser la capital del nuevo país, lo que en efecto sucedió cuando el Congreso decretó la Constitución Federal de los Estados Unidos mexicanos.

Consulta el especial 'Los nombres de América'

Álfredo Ávila: El origen de los Estados Unidos Mexicanos, EL PAÍS, 25 de agosto de 2010

miércoles, 25 de agosto de 2010

Noticia bomba: miedo en el frente

Imagen de una trinchera francesa, publicada en La batalla del Somme' (Ariel), de Martin Gilbert. Los soldados llegaron al frente, llamados a morir bajo las bombas, con cascos de tela y cuero. Hasta un año después de comenzada la Primera Guerra Mundial, una de las experiencias más atroces de la historia universal, según la describiría años después Walter Benjamin, ningún ejército había conocido los cascos de acero. El francés fue el primero en usarlos, en 1915, rápidamente imitado por el británico. Más de ocho millones de europeos no regresaron de las trincheras.

El casco es sólo un ejemplo de la desorientación con la que aquella época afrontó la gigantesca transformación de la vida y de la guerra, casi siempre por medio de la muerte, que ella misma había puesto en marcha. Nada sorprende, pues, que el mismo Benjamin dijera de los que sí volvieron (en total habían sido movilizados unos 60 millones de hombres) que volvieron mudos. "Una generación que había ido a la escuela en tranvía tirado por caballos se encontró indefensa en un paisaje en el que todo menos las nubes había cambiado, y en cuyo centro, en un campo de fuerzas y explosiones y corrientes destructoras estaba el mínimo, quebradizo cuerpo humano". Es verdad que no podía compararla todavía con la mudez de Hiroshima y Nagasaki.

Hubo, sin embargo, quien rompió a hablar, cuanto menos a escribir. Muchos no habían dejado de hacerlo ni siquiera en el frente. Las notas que tomaron durante el conflicto sólo al anuncio de Radio France, que quiso reunir las cartas escritas por los reclutas en campaña, respondieron unas 8.000 personas reflejan el deseo de conservar el hilo que los unía a sus seres queridos, más allá de las alambradas. "¡Mi cuaderno, mi querido cuaderno, lo más íntimo que tengo aquí!", escribía el violinista Maurice Maréchal, el miércoles 12 de agosto de 1914. La Gran Guerra había empezado doce días antes.

Congoja al raso

Al torrente de sangre y fuego, sucedió otro de palabras y tinta que generalizó una visión de la guerra hasta entonces cegada por la propaganda: la congoja del soldado raso. Esa es la gran noticia que Gabriel Chevallier, por poner un ejemplo de entre esos franceses que tuvieron que dejar los violines o las baguettes con las que se ganaban la vida, trajo del frente: "Le voy a decir la gran ocupación de la guerra, la única que cuenta: he tenido miedo", escribió en El miedo (Acantilado), cuya publicación tuvo que suspenderse cuando iba a iniciarse la Segunda Guerra Mundial.

A veces, hizo falta la imaginación para describirlo. El mismo título eligió el italiano Federico de Roberto para su relato, el más crudo que dedicó a esa guerra, escrito en 1921, seis años antes de su muerte. La pérdida de una posición desde la que divisar el frente enemigo, el teniente Alfani obedece órdenes cuando va mandando soldados, de uno en uno, a intentar recuperarla. Los que lo intentan corriendo desde la trinchera, como los que lo intentan arrastrándose, uno tras otro, van cayendo por disparos austriacos.

El miedo (Gallo Nero) lleva al soldado Morana a negarse a ser el siguiente, reivindicando como propio ese escueto peso estadístico que envuelve la carne de cañón: quiere salvar su pellejo. "Los ojos extraviados, los labios morados decían que sí, que tenía miedo, mucho miedo, un miedo de locura, cuando ya no había que combatir en campo abierto, cuando la horrenda muerte estaba acurrucada allí arriba. Y la piedad, una piedad impotente, volvió a embargar el corazón del oficial ante aquel hombre al que, conforme a la ley de la guerra, tenía derecho a matar".

Braulio García Jaén: Noticia bomba: miedo en el frente, Público, 23 de agosto de 2010

martes, 24 de agosto de 2010

Patrice Lumumba, todo por el Congo

Patrice Lumumba El Congo fue durante 85 años el jardín privado de Bélgica, donde primero el rey Leopoldo II y luego las autoridades de Bruselas explotaron los recursos naturales de un país tan grande como la Unión Europea y convertido en un gigante campo de trabajo forzoso. Un solo hombre osó alzarse contra la injusticia colonial: Patrice Lumumba, cuya lucha por la independencia le costó la vida, el 17 de enero de 1961. El Congo conocerá la democracia más de 40 años después, en 2006.

Patrice Émery Lumumba nació el 2 de julio de 1925 en Onalua (centro del Congo). Leopoldo II, que nunca pisó tierra africana, falleció en 1909 y Congo era bajo control administrativo belga: la sociedad estaba sometida a un apartheid entre blancos y negros, entre dueños y esclavos. Lumumba creció en una familia de trabajadores agrícolas, aunque sus buenos resultados en una escuela católica le permitieron ir a la ciudad. Sólo algunos "matriculados" consiguieron unos derechos y ver de cerca cómo los belgas vivían y administraban el país. Lumumba era uno de ellos.

Leía y escuchaba todo lo que llegaba del norte de África, donde se proclamaban las primeras independencias del continente. Su situación de "matriculado" y de periodista le permitió crear la Asociación del Personal Indígena de la Colonia en 1955, aunque fue su experiencia en una mina que despertó su compromiso político: Lumumba descubrió que las materias primas de su país eran importantísimas para la economía mundial, pero sólo beneficiaban a Bélgica. El 5 de octubre de 1958, creó en Léopoldville (actual Kinshasa) el Movimiento Nacionalista Congoleño. Su feudo era Stanleyville (Kisangani), donde llamó, un año más tarde, delante de más de 10.000 personas, a la independencia. Lumumba fue detenido por "desobediencia civil" y una treintena de civiles murieron bajo fuego belga.

Bélgica sabía que había sonado la hora de la independencia: varios países bajo el yugo de Francia, la gran potencia colonial del continente, ya se habían liberado de sus "nokos", como dicen los congoleños, una palabra que significa "tíos". Lumumba fue liberado para preparar la independencia, prevista para el 30 de junio de 1960. Aquel día, en presencia del rey belga Balduino, el líder denunció: "Esta independencia ha sido conquistada por la lucha. Estamos orgullosos de esta lucha porque ha sido noble y justa, indispensable para terminar con la humillante esclavitud que nos fue impuesta".

El Movimiento Nacionalista Congoleño ganó las elecciones y Lumumba fue el primer Primer ministro del Congo independiente. Pero la democracia no duró mucho tiempo: tras las primeras medidas de africanización del país, Bélgica mandó tropas a Katanga y respaldó la secesión de esta región minera del sur en julio de 1960. Lumumba pidió la ayuda de la ONU, pero en septiembre, el presidente Joseph Kasa-Vubu destituyó a Lumumba. El líder nacionalista se negó a dejar su cargo y consiguió el apoyo del Parlamento, que revocó a Kasa-Vubu, pero Lumumba fue puesto bajo arresto domiciliario.

El respaldo de la URSS al Gobierno empeoró las cosas. Lumumba se escapó de Kinshasa y huyó hacia Léopoldville, pero fue detenido en diciembre por las fuerzas de Mobutu Sese Seko, nuevo hombre fuerte de Congo tras un golpe de Estado que contó con la ayuda de la CIA. El 17 de enero de 1961, Lumumba fue conducido a Elisabethville, en Katanga, donde fue fusilado.

Guillaume Fourmont: Patrice Lumumba, todo por el Congo, Público, 22 de agosto de 2010

ÁFRICA. Utopía y realidad: Togo

Un menor hace de guía de una persona ciega en Togo. | C. Sánchez
El 27 de abril de 1960 Togo, el país conocido como 'La costa de los esclavos', se declaraba independiente. Dejaba atrás un largo proceso colonial en manos de alemanes primero, y franceses e ingleses después. Una descolonización relativa y con un futuro político marcado por 38 años de gobierno dictatorial, tal y como explica Sami Tchak, escritor y sociólogo especialista en género y sexualidad en África.
Sami Tchak.
El pasado colonial de Togo comienza con los acuerdos firmados por los jefes de la costa con los alemanes en 1884. Tras la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial, el país fue repartido entre Francia e Inglaterra con el aval de la Sociedad de Naciones. La parte occidental, bajo mandato británico, se incorporó a Ghana en 1956. Un año más tarde, en la parte oriental bajo dominación francesa, se creaba la República Autónoma de Togo, que obtendría su independencia el 27 de abril de 1960.

El togolés Sami Tchak, filósofo, sociólogo y escritor, ha centrado sus investigaciones en la sexualidad de la mujer africana y los estragos que el sida han ocasionado y están ocasionando en África. Sus estudios sociológicos publicados avalan el testimonio de este africano que nació meses después de que Togo alcanzara su soberanía política. Una independencia que celebra su 50 aniversario sumida en una aguda crisis política postelectoral.

La dictadura más larga de la historia de África

Dejar atrás el sometimiento al régimen colonial y su sistema de represión auguró un sentimiento de ilusión entre la población. "Los togoleses estábamos contentos de tener el destino de nuestro país en nuestras manos". Sin embargo, las rivalidades políticas no tardaron en surgir y ese sentir nacional se tornó en desilusión generalizada.

Sami recuerda el asesinato del primer presidente de Togo, Sylvanus Olympio, como el final de la libertad instaurada tras la descolonización de 'La costa de los esclavos'. En total fueron siete los años de gobierno civil antes de que el coronel Etienne Ñasingbe Eyadema perpetrara un golpe militar en 1967 y derrocara al gobierno.
Togo
Capital: Lomé
Gentilicio: Togolés
Población: 6.4 millones
Superficie: 56.785 km2.
[foto de la noticia]

El nuevo jefe de Estado adoptó posturas nacionalistas, ejerció su cargo con formas dictatoriales, acabó con numerosos adversarios políticos y controló sucesivos intentos de golpe de Estado. Además, el régimen impuso el partido único, explica el sociólogo togolés, y bloqueó todo intento de cambio. De este modo, Eyadéma se perpetuó en el poder hasta su muerte en 2005. "Muchos togoleses sólo han conocido la época de Eyadema", en total 38 años de gobierno de corte dictatorial. "Gran parte de la población acabó por hastiarse de un régimen que duró tanto tiempo mientras la situación económica se degradaba. Hoy muchos togoleses harían un balance negativo del régimen de Eyadema tanto en el plano económico, como en el plano social, cultural y político" añade el escritor.

El poder heredado

A pesar de que desde 1990 Togo iniciara un lento y difícil proceso de democratización marcado por la violencia, el dictador antes de morir dejó el país en manos de su hijo Faure Gnassingbe. Éste tomó el mando con el apoyo del Ejército, las fronteras y aeropuertos fueron cerrados. Entendido como un golpe de Estado, la comunidad internacional no aceptó este cambio, ante la presión, el nuevo mandatario anunció elecciones presidenciales. Tras ganar los comicios Faure se convirtió en jefe de Estado, "algo que dio la impresión de tratarse de una monarquía". En las últimas elecciones, celebradas el 4 de marzo de este año, Faure Gnassingbe volvió a ser investido presidente, su permanencia en el poder recuerda a la trayectoria del gobierno dictatorial de su padre, el más largo de la historia de África.

La mujer en Togo

En medio de esta situación se antojan necesarias reformas políticas, judiciales y sociales, estas medidas "están llevándose a cabo en este momento pero hará falta tiempo para medir su alcance real", afirma Sami. Según datos de Unicef, un 39% de todas las niñas del país en edad escolar no están matriculadas o han abandonado las escuelas, y las desigualdades en la educación se reflejan en una alta tasa de disparidad entre géneros que alcanza a un 24%. Crear una educación para todos para lograr una identidad nacional es el principal cambio que el escritor togolés llevaría a cabo, pues en su opinión, "el analfabetismo obstaculiza la aparición de un sentimiento de identidad". Asimismo, en lo relativo a la situación de la mujer, Sami reconoce que todavía queda mucho por hacer. "Están poco representadas en el seno de la élite política", pese a ello, el sociólogo especializado en el estudio de la mujer africana asevera que la mujer togolesa es espabilada y se vale por sí misma. "Muchas mujeres de las ciudades y pueblos viven como los hombres, en la pobreza, sin embargo, desde hace décadas y gracias a la educación, la situación de la mujer mejora". "Soy originario de un país que continúa naciendo y que probablemente algún día conseguirá nacer realmente". Escribir el futuro para crear realmente la identidad del país es misión de todos y cada uno de los togoleses, porque pese a lo que podría parecer la independencia de Togo en opinión de Sami es inexistente. "Togo no es independiente. Incluso para organizar las elecciones necesita la ayuda financiera de su antigua potencia colonial".


Realizado con la colaboración de Casa África.

Belén Francisco | Madrid: 'Togo es un país que algún día conseguirá nacer de verdad', EL MUNDO, 30 de junio de 2010

lunes, 23 de agosto de 2010

El hombre que no descubrió América

Una ilustración de Américo Vespucio en el mapa de Waldseemüller.El cuaderno de bitácora todavía no era un blog, las noticias tardaban años en imprimirse y algunos más en publicarse la fe de errores, aunque algunas de sus consecuencias fueran ya, como hoy, incorregibles. Existía, eso sí, el plagio. Cristóbal Colón comandó la expedición arribada a América en 1492, pero nada pudo decidir sobre su bautizo. En el primer mapa que años después lo dibujó, el Nuevo Mundo lleva el nombre de un impostor.

Américo Vespucio, proxeneta y comerciante de joyas, italiano como Colón, predestinado a vivir al servicio de Lorenzo el Magnífico, pero cuya familia acabó cambiando de rama de Los Medici para ponerse a la sombra de otro Lorenzo (di Pierfrancesco, esta vez), nunca consiguió la recompensa que buscaba arrimándose a Colón, amistad que le vino de perlas. Sin embargo, encontró el premio a una vida de copiota: el mapa de Waldseemüller de 1507, impreso en Saint-Dié des Vosges, en el noroeste francés, bautizó con su nombre el continente descubierto por Cristóbal.

Vespucio llegó a Sevilla en torno a 1490, encargado por Lorenzo di Pierfrancesco para que sondeara los negocios del banquero Gianetto Bernardi, florentino como ellos, y las posibilidades de encontrar en él a un nuevo socio. Sevilla era entonces una rica y floreciente ciudad adonde años antes, como no pocos italianos, había llegado también el genovés. Bernardi financiaba las expediciones de Colón, y Vespucio, convertido en agente del banquero, no tardaría en conocerlo. Bernardi murió arruinado, pero convencido de que la empresa del "señor Almirante", como llamaba al descubridor, seguía siendo una gran idea. Su agente se aventuró en ella.

Mundus Novus

En 1499, Vespucio y un ex tripulante de Colón, Alonso de Ojeda, zarparon rumbo a Venezuela, adonde llegaron casi con seguridad buscando los bancos de perlas que Colón había localizado un año antes en Isla Margarita. Eso es lo que encontraron o, al menos, lo que escribió Vespucio a su regreso. Si es verdad o no, tanto da esta vez, porque no le sirvió para volver a comerciar con perlas. Y emprendió una última huida hacia adelante: se hizo cosmógrafo.

Él estaba convencido de que vendería sus servicios como conocedor de los mares y la geografía, aunque hasta en sus errores se ve hoy que repetía los cálculos de Colón. "Vespucio no era en realidad un gran cosmógrafo, pero lograba convencer a la gente de que lo era", según cuenta el historiador británico de origen español Felipe Fernández Armesto en la presentación de Américo Vespucio, obra de Stefan Zweig recuperada por la editorial Capitán Swing.

Entre los convencidos, Matthias Ringmann, un poeta alsaciano que leyó el relato de Vespucio sobre sus increíbles hazañas y descubrimientos, y que desde el título Mundus Novus trasluce su verdadero inspirador. Ringmann a su vez convenció al cartógrafo alemán Martin Waldseemüller, que imprimió 1.000 copias de su célebre mapa en 1507. En la copia redescubierta en 1901, se ve a Vespucio contemplando el mundo, a modo de Ptolomeo renacentista, desde su parte superior. Fue la primera vez que se dibujó América rodeada de agua, sugiriendo la existencia del océano Pacífico y la primera vez que, impreso sobre lo que hoy sería Brasil, se usó ese nombre: América. Cuando seis años después, Waldseemüller retiró ese nombre y añadió una nota atribuyendo a Cristóbal Colón el descubrimiento, era demasiado tarde.

Braulio García Jaén: El hombre que no descubrió América, Público, 17 de agosto de 2010

domingo, 22 de agosto de 2010

Adolf Hitler no fue un héroe en la Primera Guerra Mundial

Adolf Hitler no fue un héroe en la I Guerra Mundial, ya que siempre estuvo alejado del frente de batalla, y el antisemitismo y radicalización que le llevaron al poder años después no nacieron a raíz de la dolorosa derrota en la contienda.

Adolf Hitler

Así lo afirma el historiador de la Universidad de Aberdeen (Escocia) Thomas Weber en su libro "La primera guerra de Hitler", en el que asegura que la trayectoria del dictador en la I Guerra Mundial fue una elaborada fabricación del régimen nazi. Weber basa su afirmación en nuevas cartas y documentos descubiertos en archivos alemanes, que sugieren que Hitler no sólo no fue un héroe en el campo de batalla, sino que sus compañeros se referían a él como "etappenschwein", "un cerdo de la retaguardia".

Hasta ahora, el consenso de los historiadores era que el joven Adolf Hitler se jugó la vida como portador de mensajes entre el mando y el frente de batalla, pero los papeles a los que ha tenido acceso Weber indican que era un mensajero de retaguardia y que siempre estuvo a más de 5 kilómetros de la primera línea. "La primera guerra de Hitler", que estará a la venta en el Reino Unido a partir del próximo 16 de septiembre, sostiene que el Partido Nazi invirtió tiempo y dinero para suprimir cualquier evidencia física de la auténtica historia del "Führer" durante la guerra, con el objetivo de convertirlo en un político popular.

"El mito de Hitler como soldado valiente y la camaradería que vivió en las trincheras fue algo que el Partido Nazi usó desde el principio para extender su influencia más allá de la extrema derecha", manifestó el historiador en un comunicado. Los nazis "hicieron todo lo posible para proteger esta idea", destacó Weber, quien aseguró tener constancia de que unas memorias escritas por uno de los compañeros de Hitler fueron significativamente alteradas tras su publicación en 1933.

Lo que los nazis consiguieron convertir en hecho histórico es que la I Guerra Mundial fue el caldo de cultivo político de Hitler, que se radicalizó por sus vivencias y su sentimiento de que Alemania fue humillada por los aliados con el Tratado de Versalles. Pero la realidad, según Weber, era que "la vida de Hitler durante la guerra era su auténtico talón de Aquiles" y que los nazis temieron durante mucho tiempo que su versión de los hechos se colapsara como un castillo de naipes si se conocía la versión de quienes estuvieron con él, o cerca de él, durante la contienda.

"Hitler era un elemento atípico en el regimiento al que pertenecía y realmente no sufrió una radicalización por la guerra", subrayó el historiador, convencido también de que si Hitler vio reconocido su esfuerzo militar con la Cruz de Hierro fue porque estaba muy bien conectado, y no porque fuera un soldado valiente.

Relato exagerado

Weber afirma también en su libro que Hitler exageró el relato acerca de que fue el único soldado de su regimiento que sobrevivió a una batalla contra fuerzas británicas de élite. El historiador fundamenta la gran parte de sus revelaciones en los archivos del 16 Regimiento de Reserva de la Infantería Bávara (RIR 16), que hasta ahora no habían sido catalogados ni utilizados por los estudiosos para indagar en la vida del "Führer". Weber los encontró prácticamente intactos en el Archivo de Guerra de Baviera (Alemania), porque habían sido traspapelados e incluidos en el archivo general de la división a la que pertenecía el regimiento al que estaba adscrito Adolfo Hitler.

El historiador también compiló una lista de 59 judíos que formaron parte del mismo regimiento, logrando localizar a la familia de Hugo Gutmann, el oficial judío que propuso a Hitler para ser condecorado con la Cruz de Hierro en 1918. Igualmente, localizó a los familiares de Justin Fleischmann, un soldado judío cuyos diarios de guerra no reflejan en ningún momento que ya existiera un sentimiento antisemita en el regimiento o que los miembros del grupo se consideraran entonces nacionalsocialistas.

Es más, señala Weber, ni siquiera la mitad de los supervivientes del regimiento apoyaron políticamente a Hitler tras la guerra y en el año 1933 sólo el 2% de ellos era miembro del Partido Nazi. En este sentido, el libro revela que Hitler sólo acudió a una reunión de veteranos de su regimiento, en 1922, en la que fue "fríamente ninguneado", por lo que nunca regresó, ni siquiera en 1934 cuando ya estaba en el poder y sus compañeros se reunieron para conmemorar el 20 aniversario del inicio de la I Guerra Mundial.

"Nunca pensé que escribiría sobre Hitler, porque hay muchos libros sobre su vida, pero descubrí que casi no sabemos nada sobre Hitler y la I Guerra Mundial, y que prácticamente todo lo que sabemos se basa en 'Mein Kampf' o en la propaganda nazi", explicó. "Fue una sorpresa encontrar tanto material nuevo. Más del 70% de mi libro se basa en fuentes no utilizadas previamente", aseguró.

EFE, Londres: Adolf Hitler no fue un héroe en la Primera Guerra Mundial, ABC, 18 de agosto de 2010